Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 30 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El asesinato de Jonathan Quispe es una nueva mancha de sangre en el rostro del poder. Eso está claro. ¿Pero qué hay que esperar para los próximos meses? Como el señor Evo Morales ha tomado la decisión de quedarse en el Palacio de Gobierno boliviano “para siempre” –no se sonroja cuando lo anuncia– y como la democracia, y la vigencia del Estado de derecho son ahora aspiraciones que movilizan a cientos de miles en el país, y continuarán produciendo marchas y manifestaciones gigantes en su defensa, ¿permitirá el régimen del MAS que quienes creen en la democracia tomen las calles sin que se los y se las saque violentamente de ellas?
¿Podrá evitarse una masacre masiva en Bolivia en los próximos meses? ¿Y cuántos y cuántas tendrán que morir para saciar la sed de poder de los actuales gobernantes del MAS? ¿Y qué tendría que hacer la oposición política al MAS para que la democracia y el Estado de derecho se impongan? ¿Para que Evo Morales acepte dejar la presidencia y permita una sucesión presidencial, y para que policías y militares no incurran otra vez más en la violencia y el asesinato?
La vía de las elecciones –una ilusión que el MAS puede hacer estallar como una frágil burbuja y que hay que anhelar que no estalle– da siempre una esperanza a todos quienes creemos en la resolución pacífica del conflicto político. Hay que preparar un gran movimiento electoral, unificando a la oposición en un frente lo más amplio posible, para derrotar en elecciones al MAS. Eso es ya obvio y cualquier dirigente político responsable debiera estar ya contribuyendo a ello.
Pero, ¿qué hacemos como oposición política si el régimen de Morales opta, como en Venezuela y en Nicaragua, por el fraude electoral y unas elecciones sin candidatos opositores –basta mirar cómo ya se empieza a linchar judicialmente a Carlos Mesa, lo que permite colegir que otro tanto le ha de pasar a Rubén Costas, Waldo Albarracín, Samuel Doria Medina, Luis Revilla y otros potenciales candidatos– o, peor, si el MAS opta simple y llanamente por cancelar las elecciones programadas para 2019? ¿Tenemos que llegar hasta la misma situación actual de Venezuela y Nicaragua para darnos cuenta de que el MAS está alistando ya todo para no dejar el Palacio de Gobierno y para consolidar de modo prolongado su captura del poder, incluidas las masacres y la represión radical, judicial o física, de toda oposición?