Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 30 de octubre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Una de las falsas atribuciones más citadas del siglo XX es la supuesta afirmación de Zhou En-Lai, en 1972, de que era prematuro analizar la trascendencia de la Revolución Francesa. Después se supo que fue un error del intérprete y él se refería a los movimientos estudiantiles de mayo del 68, pero la aclaración le quitaba sensación a la frase, y se la siguió usando; bastante absurda, la verdad. Cunde más una frase de efecto que una verdad anodina.
Si a la sabiduría china le toma mil años llegar a verdades; aquí creamos las nuestras en una semana. Apenas enfriadas las cenizas, Brockmann lanzó su lectura epopéyica de la insurrección pitita. De la seriedad del historiador no dudo, pero el intento muestra cuánto el entusiasmo puede sesgar las percepciones y cuánta razón tenía Zhou en aconsejar prudencia temporal para analizar el pasado; consejo que desoímos opinadores y ensayistas.
Los recientes episodios dan nueva muestra de esa vieja paradoja de que el futuro cambia el pasado, o más poéticamente, el presente quita al pasado el velo que nubla el entendimiento. “Los presentes” sería mejor decir, porque cada momento va quitando velos sucesivos del pasado, develándolo.
La indecisión de Mesa después de destapado el fraude y las bravuconadas de Camacho parecían admirables y acertadas en ese momento, y quién sabe qué país tendríamos después de esa hipotética segunda vuelta. Ese entusiasmo democrático ha costado a los rivales del MAS un serio debilitamiento. Estaban de subida, ahora de bajada.
Parece más difícil de entender hoy que ayer que Mesa no haya sumado a su fórmula a una persona que pudiese tender un puente hacia el mundo andino. Él no tiene arreglo y quizá no bastase un vice, pero era importante la señal. En este caso no fue el entusiasmo sino la soberbia de creerse suficiente la que sesgó el entendimiento y llevó a un error fatal, que en su momento parecía menor.
Al contrario, ahora se entiende la decisión de Arce de no debatir. ¿Para qué venir a jugar a esta canchita cuando era dueño de la mayor? ¿Hubo acaso un solo candidato que le hiciese sombra en ese espacio? Por lo demostrado, no. En su momento, lo acusaron de cobarde.
Este año, en las redes muchos dieron rienda suelta a su racismo y su desprecio por ese mundo que representa el MAS, y de narco fraudulentos no los bajaron, como si sólo hubiese un mañana posible. Relean lo posteado con ojos de hoy. Si alguien piensa lo mismo, pero vuelve a la agresividad reprimida, todavía no sabe dónde vive.
Creímos en las encuestas y sus márgenes. Ahora entraremos al Guinness por la más pifiada de la historia. ¿No sabían que los llamados indecisos camuflan los votos de la opción estigmatizada? ¡Garrafal e imperdonable! ¿Creeremos en ellas la próxima vez? Prefiero la wija.
Los que defendieron la importancia de preservar la opción política que representa el MAS se vieron reivindicados, pero el MAS se defiende solo y no con argumentos de analistas sino con hechos. Fue el único verdadero partido en la contienda: los demás eran fósiles políticos o siglas improvisadas que tendrán que ganarse un sitio haciendo el ingrato trabajo de campo y de oposición vigilante y constructiva. No veo en sus líderes la vocación y aptitud necesarias.
Arce ha ofrecido paz; la deseamos todos y la necesita el país, pero no vayamos a pecar de crédulos. El MAS sigue siendo el MAS con lo bueno que reconocimos y lo malo que vimos. Las fuerzas políticas también obedecen leyes y nada hace creer en una regeneración ipso facto que apagará la sed de revancha, los instintos de poder, la angurria económica y la estupidez colectiva que volverán a desatarse. La reciente decisión abusiva del Senado y el retorno del Evo ya anuncian lo que viene.
Con todo, es un nuevo escenario, con un nuevo Presidente que quizá quiera imprimir su propio sello y una Asamblea que ojalá logre enderezar el desvarío legislativo del pasado. Nada será fácil y a Bolivia le esperan años muy duros, o como diría el viejo Zhou, tiempos interesantes.