Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: miércoles 28 de octubre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La excepción a toda regla fue Santa Cruz, ese departamento pareció abstraído de lo que sucedía en el contexto nacional, inclinándose a Luis Fernando Camacho, quien apostó por un discurso y una estrategia agresiva y regionalista, indiferente a la paradoja de que participaba en una justa electoral de carácter nacional y como era de esperar en esa dimensión fue ampliamente derrotado, aunque su organización política consiguiera finalmente lo que pretendía, que no era otra cosa que una bancada parlamentaria. Durante el despliegue proselitista dirigió todos sus ataques primero contra Jeanine Añez y luego hacia Carlos Mesa y Comunidad Ciudadana. Sí el electorado cruceño votaba como lo hizo mayoritariamente a favor de Camacho, era una obviedad que Luis Arce Catacora fuera a ganar la elección, por eso sorprenden las reacciones de algunos de esos votantes, después de que sucedió precisamente aquello que pretendía la referida estrategia de campaña y las emociones que la acompañaron, de forma que las protestas y vigilias en los cuarteles, además de atentar contra la democracia, demuestran la incoherencia absoluta de un liderazgo político de carácter local, que por una inmensa ingenuidad o deliberadamente conspiró contra los principios y las ideas que decía hipócritamente defender. Por eso es una tremenda irresponsabilidad política que se fomenten protestas para desconocer el proceso electoral, sin que se disponga de pruebas fehacientes que demuestren las aludidas irregularidades, en consecuencia sí el afán es distraer a la opinión pública y así evitar dar las explicaciones que corresponden, el camino que están adoptando es temerario e injustificado, una pésima forma de hacer política en un momento de crisis que demanda sensatez y respeto absoluto al orden constitucional y legal. Son demasiados los desafíos económicos y sanitarios, la población necesita certezas, un horizonte común, estabilidad política y serenidad en las autoridades, porque los que ganaron tienen que comenzar a recibir lecciones de sus errores y los que perdieron deberán asumir con autocritica las veleidades de la política, pues lo ocurrido es demasiado complejo como para que continúen las actitudes viscerales y los argumentos pueriles. El País no avanzará un ápice si continúa el revanchismo y la intransigencia, al parecer tanto moros y cristianos están haciendo una mala lectura de la fragilidad en la que nos encontramos, no es momento para atizar las llamas o para soplar las cenizas buscando brazas que resurjan, en la confrontación nunca hay indiscutibles vencedores ni vencidos, por eso un poco de humildad ante el futuro y un poco de respeto al pasado, le puede hacer bien a todos. Eso no significa que las preguntas queden sin respuestas, ni que se dejen de hacer los análisis pertinentes y comencemos a debatir sin evasivas respecto a un destino común, que es difícil de por sí y que tendrá que decantarse por una actitud constructiva o por el abismo de seguir desperdiciando energía en confrontaciones desgastantes, derrotas temporales y victorias pírricas, que no nos dejan respirar, ni ver más allá del ombligo, mientras caminamos testarudamente hacia el abismo.