Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 29 de octubre de 2020
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Asamblea Legislativa Plurinacional
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Esos cambios que permiten la aprobación de decisiones parlamentarias por una mayoría simple de votos, en sustitución de los dos tercios vigentes hasta antes de las modificaciones, afectan a cerca de una decena de temas puntuales.
El MAS cambió todo lo que era posible cambiar legalmente en los reglamentos camarales, su único límite fue lo que está establecido en la Constitución.
Las más cuestionables de esas modificaciones tienen que ver con los ascensos en las FFAA y la Policía y la designación de embajadores, pero ninguna es irrelevante y permiten a la bancada masista –que detenta la mayoría simple en la nueva Asamblea– cambiar el orden del día en las sesiones o imponer el tratamiento de temas por tiempo y materia, por citar un par de ejemplos.
“No hay por qué alarmarse (…). Lo que estamos haciendo es que el tema administrativo sea más liviano”, asegura la presidenta de la Cámara Alta.
Esa explicación disimula el propósito real de lo que hicieron los parlamentarios masistas en los últimos días de su mandato que fenece hoy con la clausura de la legislatura. Ese propósito real es adecuar las reglas parlamentarias a la mayoría simple que detentarán sus sucesores en los próximos cinco años, de manera que no les sea necesario debatir ni buscar consensos, con las dos bancadas minoritarias en la Asamblea Legislativa, en aquellos temas en los que ahora es suficiente su voto para aprobarlos.
De esa manera aseguran cierta continuidad en la dinámica de imponer sus decisiones sin tomar en cuenta a la oposición. Pero esta existe, fue elegida por el 45% de los electores y sus opiniones y acuerdos son tan necesarios a la democracia como lo fueron los votos gracias a los cuales el MAS volverá a gobernarnos y tendrá mayoría, esta vez ya no de dos tercios, en la Asamblea.
Y es precisamente esa dinámica de la imposición, tan poco democrática y a la que es tan afecta el MAS, la que llevó al país a la fractura social cuyo punto culminante fue la convulsión de hace un año.
Lo que ha ocurrido en la Asamblea reabre esa grieta que divide a los bolivianos y que se traduce en las protestas masivas de ayer en dos ciudades. Ese rechazo legítimo reaviva la polarización, la intensifica y desbarata la confianza que lo ganadores de los comicios inspiraron en la ciudadanía cuando el presidente electo aseguró que van a “trabajar para todos los bolivianos, vamos a construir la unidad en el país”.