Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: sábado 26 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Esta participación, se entiende entonces, que se la está haciendo con propósitos transparentes y siempre favorablepara quienes están dispuestos a ofrecer algo de sí mismos en busca de propósitos de beneficio colectivo nacional. En este sentido, esta participación que se invoca, es, en este sentido, un término bienvenido, afable, pero sincero?. Pues, si bien parece una palabra atractiva y seductora, no merecería una reflexión mínima respecto de su alcance?, pues entraña este clamor por la participación a un hecho político necesario, pero esta convocatoria a la participación debe ser mínimamente honesta y creíble, ya que, viniendo de boca política desesperada, debe entrañar por lo menos desprendimiento de las banalidades que habitualmente expresan los clamores y promesas políticas.
Participar, significa “tomar parte”, convertirse uno mismo en parte de una organización, de un movimiento, de una agrupación ciudadana o como se da ahora, de un colectivo social “internetizado”, RR.SS, o una plataforma ciudadana que reúne a decenas, centenares o miles de personas. Participar también significa “compartir” algo con alguien, con algunos, con muchos y así proyectados, incontables. Entendamos quela participación es invariablemente un acto social, nadie puede participar de manera exclusiva, privada, para sí mismo. La participación no existe para los cenobitas, pues sólo se puede participar con alguien más, con otros, con muchos ojala fuese con todos los demás; sólo se puede ser parte donde hay una organización que abarca a otros que observan una idea, un principio, una razón, un objetivo, por algo el diccionario dice de sus sinónimos: coadyuvar, compartir, comulgar. Pero al mismo tiempo, en la sociedad actual, es imposible dejar de participar: la ausencia total de participación es también, inexorablemente, una forma de silencio, de separación. Quien cree no participar en absoluto, en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las decisiones: un cheque en blanco para que otros actúen en su nombre y sobre los que no tiene ningún control.
La verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual a favor de una acción colectiva, descansa en un proceso previo de selección de oportunidades. Y al mismo tiempo, esa decisión de participar en busca de algo supone además una decisión análoga de abandonar la participación en algún otro espacio de la interminable acción colectiva que encierralaactual coyuntura, donde se han abierto un abanico de posibilidades, ofertas y compromisos de todo tipo, color, ideología y signo, que empezarán a hacerse visibles formalmente conforme pasa el tiempo y nos acerquemos al 2019, año fatídico o año de esperanza, año de optimismo o de desesperanza.
Ahora bien, nuestra democracia funciona a través de la representación. Pero, nuestros representantes formales no siempre cumplen su papel de enlace entre el gobierno y los problemas puntuales de la sociedad o de sus sectores; entonces es imperioso participar para cuidar los intereses y los derechos civiles, políticos, económicos, humanos o del desarrollo, términos o vocablos que, lamentablemente se han diluido en estos recientes 12 años. Por ello es necesario ahora, participar para corregir los defectos de la representación política que se supone teníamos para sostener la democracia y profundizarla;ahora es necesario participar para influir en las decisiones de quienes nos representarán en el futuro mediato para asegurar que esas decisiones que se buscan –y ojala se las encuentre- realmente obedezcan a las demandas y las expectativas de la nación boliviana y no de regiones, departamentos, sectores productivos o sociales. Ahora bien, hasta ahora la representación que se otorgó a quienes debían mantener y profundizar la democracia han sido insuficientes para darle una cúspide y mejorara la democracia recuperada en 1982, han transcurrido 36 años y aquella, está por periclitar.
La participación que realmente puede tener contenido en la actual coyuntura, deberá comenzar por la selección de propuestas, organización, cobertura territorial, logística, y finalmente: representantes, los mismos que a través de los partidos políticos-que decidan renovarse y no reciclarse-, las instituciones, las organizaciones sociales, y/o plataformas ciudadanas que están dispuestas a cambiar el estado actual de la actual situación política y democrática, podrán acceder a una participación entendida como una forma de controlar y moderar el poder que inevitablemente será nuevamente otorgado a los representantes políticos que, al final, constituirán el bloque democrático que afrente a las huestes azules el 2019; no aceptar una nueva forma de controlar el poder al que se acceda –concesión ciudadana mediante el voto-, bajo mecanismos institucionalizados idóneos de la plataforma única que se logre conformar, será una frustración que llevará a la débil democracia actual, al despeñadero o al abismobajo la mano del tirano o peor.
Estamos en la búsqueda de un renovado régimen democrático, entonces debemos encontrar algo más que elecciones libres y partidos políticos o plataformas ciudadanas políticas. Por supuesto, no hay más camino que el de los votos y el de los partidos organizados, pero al mismo tiempo es preciso que en un nuevo régimen haya otras formas de controlar el ejercicio del poder concedido a los representantes que hagan a futuro de gobernantes. No sólo las que establecen las mismas instituciones generadas por la democracia, con la división de poderes, sino también formas específicas de participación ciudadana y un control a la eficiencia y eficacia de una aplicación programática, al cumplimiento de ofertas electorales, a la realización efectiva y por resultados de la aplicación de la inversión pública con apoyo o interacción de la privada. Hay que crear mecanismosde control institucionalizados para el ejercicio cotidiano de las prácticas democráticas y control del desarrollo en la aplicación de planes de desarrollo reales, técnicos, consensuados y no salidos de un gabinete espurio y trasnochado ideológicamente, sino, debe ser liberal, metódico, con raciocinio y probidad.Para llegar a esto, sabemos, el voto es el primer paso, pero detrás de él siguen las libertades políticas,de modo que, en suma, la futura democracia no se agotará en el proceso electoral, sino en un ejercicio cotidiano deuna actividad democrática, que bajo programas de comunicación diversos en tecnología, puedan acercar a la población a ser partícipe de un sistema democrático participativo o permeable a sistemas y mecanismos de control; para ello deberá reforzarse procesos educativos para la democracia de mediano y largo plazo en todos los ámbitos de los sistemas de educación: básica, media y superior, por igual en los espacios urbanos como rurales, pues en ambos, la deficiencia de conocimiento o ejercicio democrático es patético.
Qué es lo que se plantea: participación que se vuelve representación gracias al voto, y representación que se sujeta a la voluntad popular gracias a la participación cotidiana de los ciudadanos, es decir se construye una Democracia Participativa. Lo otro, es volver o continuar con las imposiciones de uno y otro lado, que tal como van, terminarán por sepultar a la democracia y la ciudadanía se convertirá en Servidumbre del Siglo XXI, bajo la opresión, la tiranía, la injusticia y el abuso, ya no únicamente azul, sino también chino, iraní o ruso.
Cual el colofón de todo esto? No hay que equivocarse;pero la búsqueda de nuevos líderes políticos pasa por entender algo muy importante: aunque la mentira funcione perfectamente para conseguir votos y tenga pocas consecuencias inmediatas a medio y largo plazo es un absoluto suicidio político. El líder político de verdad, aquél que será recordado como una gran persona y líder político será aquel que tenga habilidades verbales y de manipulación positiva que no necesite mentir.Un buen comunicador no necesita mentir, puede decir la verdad, aunque duela, hacerlo con estilo y consiguiendo un efecto más positivo.
La política raramente ha sido un medio para ganar a las masas y hacer el bien, la política siempre ha sido un nido de corruptos y de personas atraídas por los privilegios que la política acarrea, pegándose con celo al puesto y permaneciendo inmunes a sus actos crueles hacia la sociedad, incluso la que votó por él, ejemplos? por miles y en toda la geografía nacional. En el pasado reciente (guerra del agua, octubre negro 2003), y posteriores (La Calancha, Cobija, El Porvenir, Chaparina, TIPNIS, Achacachi, El Alto, Panduro, etc.), hubo muchas protestas fuertemente reprimidasy, que han hecho los líderes? No se marcharon, reprimieron, aniquilarony harían estallar por los aires al país antes que irse. Así es la política en todas partes. Da igual lo que haga un mal líder político, no se irá, esté en democracia o dictadura. Solo un buen líder político despertará la admiración con su buen comportamiento, sus prácticas y hechos que sean ejemplos y su forma de tratar a los demás, sean suyos u otros.
Un buen líder político dimite si es necesario para salvar la crisis, un mal momento o al propio país. Un mal líder político esquiva el bulto e intenta alargar su muerte política hasta el final, explote quien explote.El mal líder político adopta medidas y actitudes que pueden quebrar un departamento, un municipio, una región, un país o una institución. Pero la mayoría de estos personajes fallidos en liderazgo verdadero y queestán en la política, les gusta gobernar un país, un departamento, un municipio o una determinada institución aunque sea a costa del colapso, de aumentar la pobreza y gobernar un territorio desolado y sus recursos diezmados con tal de no perder el poder. Este es el mundo real y los pocos escrúpulos que se muestran en la política son tales que ni el mismo líder político se ufana en tapar, y es, sencillamente repugnante y de estos que si abundan, sí abundan.
Hay una cosa más importante que todo el poder que pueda amasar una persona o toda la riqueza del mundo que se pueda obtener y, es el respeto, aprobación, admiración y el recuerdo. Cada vez que un líder político utiliza malas prácticas mancha su recuerdo, respeto y aprobación de la gente. Estar en la mente de miles de personas que te votaron de una forma negativa no es nada sano. Este estigma es el mayor oprobio que se pueda cargar encima. No se busca un Obama, un Martin Luther King, un Gandhi o un Benito Suarez, no esperamos una Margaret Tacher, una Merkel o una Eva Perón, solamente se busca personas en toda su dimensión humana, no infalible, pero sí honesta, integra, leal, generoso, confiable y racional; será mucho pedir para relanzar la búsqueda de nuevos liderazgos para la recuperación de la democracia? O lo dejamos nomas así..??