Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 28 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Veamos además la agravada tensión ruso-estadounidense y su preocupante escalada. Lejos estamos de la época en que tras el colapso del comunismo se pensó que las superpotencias rivales de la extinguida guerra fría podían ser aliadas en el nuevo orden mundial. No hubo tal orden sino un gran desorden, el que sigue hasta hoy. Ante la imprudencia de europeos y norteamericanos que empujaron hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a los ex satélites de la colapsada Unión Soviética, Moscú volvió a sentir el cerco sufrido por la URSS y reaccionó. Así se inició un nueva era de conflictos aislados en escenarios tipo Georgia, Ucrania y Siria.
En el Mar del Sur de la China se arrastra una situación delicada. Durante años China ha presentado sus reclamos sobre el lugar, ignorando los de otras naciones vecinas y hasta fallos internacionales. El dragón del Oriente intenta afirmar su soberanía de facto sobre esas aguas y mantiene allí una fuerte presencia naval, la que permanece “controlada” por la cercanía de la Séptima Flota norteamericana. En su momento, el Canciller chino manifestó la determinación de proteger la paz y la estabilidad del Mar Meridional de China; también criticó la presencia de “fuerzas extranjeras”. Por su lado, Washington considera vital el libre paso de buques mercantes por ese lugar, una vía acuática obligada. De ahí la tangible presencia de la Armada estadounidense. Las tensiones pueden estallar en cualquier momento y no únicamente con EEUU. Podría suceder lo mismo con Vietnam, Filipinas India, u otros actores afectados por la pretensión hegemónica de Beijing en esa álgida zona.
Otro foco geopolítico gira en torno de Arabia Saudita, cuya situación es delicada. El reino soporta misiles balísticos disparados por Yemen, además de recurrentes y costosas escaramuzas con Siria, Bahrain e Irán, las que le están costando más dinero que el recibido por su petróleo. En nuestro hemisferio, la situación venezolana se hace insostenible. Se ha creado una situación geopolítica peculiar que arrastra valores humanitarios y económicos. Con hiperinflación y un Gobierno discutido, la producción petrolera en declive y otros vanos intentos de rectificar la situación, el desastre final parece cantado. China —un aliado clave de Caracas— ya no confía en su capacidad de pago. China entregó miles de millones de dólares a Venezuela que se iban amortizando mediante embarques de petróleo. Con el fluido venezolano disminuyendo en calidad y cantidad, la situación se ha puesto complicada y Beijing no quiere asumir nuevos compromisos financieros; eso agudizará aún más la situación. Por tener las mayores reservas mundiales, los estertores venezolanos afectarán sustancialmente los precios de los hidrocarburos en los días que vendrán.
A esta altura, con estos pocos ejemplos, resalta con claridad la interdependencia entre el factor energético y las crisis que hoy afectan al orbe. Está visto también que la geopolítica contemporánea tiene gran incidencia en lo económico.
El autor es excanciller de Bolivia, economista y politólogo
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