Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 28 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Usted ya fue procesado una vez y no le descubrieron nada, ¿esta vez vio venir el ataque?
Pensé
siempre que el Gobierno me consideraba un oponente político importante y
en determinado momento aparecía en las encuestas como un potencial
candidato con posibilidades, pero hace ya varios meses yo he declarado
de manera clara que no voy a ser candidato a la Presidencia. El Gobierno
o no me cree. Ellos, más que un adversario, da la impresión que me
consideran un enemigo político. Esto, que comenzó con los misiles
chinos, ha continuado con Camargo Correa y se superpone esta otra
acusación, la del caso Quiborax. Creo que ya podemos hablar de una
estrategia política directamente enfocada en mi contra.
¿Usted cree que el MAS lo necesita como candidato?
No,
no puedo dar una interpretación de qué es lo que cree el MAS. Mi
impresión con relación con mi persona en particular es que el MAS no
cree que lo que yo he dicho, el MAS no cree que yo no voy a ser
candidato y, para curarse en salud, por si acaso lo fuera, está
estableciendo una definición de decir que Carlos Mesa es un oponente muy
riesgoso y prefieren sacárselo de encima. Ojalá fuera a través de
reglas limpias, con transparencia, pero no. Lo hacen con las peores
reglas del juego y aprovechando el poder arbitrario y discrecional que
tienen sobre los órganos del Estado.
¿Se puede interpretar como una señal estos procesos contra opositores y que pueden ser potenciales adversarios?
Sí,
sin duda. El Gobierno ha descubierto que la judicialización de la
política, que los fiscales y los jueces, sustituyen a los tanques y los
cascos de las dictaduras militares. Hoy lo que tenemos son persecuciones
de carácter judicial con argumentos que además tratan de disfrazar esa
persecución en el tema de la corrupción y aquí pagamos justos por
pecadores, porque no voy a decir que todo el mundo que está acusado o
que tiene juicio es inocente, pero es evidente y se ha probado que en
los casos de Tuto Quiroga o de Samuel Doria Medina, por ejemplo, son
acusaciones carentes del más mínimo fundamento jurídico.
Para en las elecciones de 2002 usted fue invitado, ¿puede suceder lo mismo ahora?
No sé, no lo sé, en todo caso la decisión ya está tomada.
¿Esa decisión es definitiva?
No
tiene sentido, lo único que falta es que me presenten un papel
notariado y lo tenga que firmar. Creo que yo ya he dicho lo suficiente y
no tiene caso convertir esto en una especie de noria interminable.
¿Usted ve una atomización de la oposición tal como ocurre en el Parlamento ahora?
Yo
diría que las fuerzas políticas de oposición comienzan a entender ahora
que el tamaño del desafío histórico que tienen por delante es muy
grande y que la unidad no es ya una posibilidad, no es ya un lujo, es
una circunstancia esencial para construir una estructura que sea capaz
de derrotar al oficialismo. Pero ya no solamente a partir de la unidad
por la unidad misma, sino a través de la construcción de propuestas de
transformación y ojalá de renovación generacional.
¿Cree que Evo Morales será candidato pese a las limitaciones constitucionales?
Lo que puedo responder es el debe. El deber ser y en el deber ser el presidente Morales no puede ser candidato.
Lo que hizo el Tribunal Constitucional vulnera la voluntad popular, que es la máxima expresión de la soberanía del pueblo, que se expresó el 21 de febrero. Creo que, en ese contexto, no hay debate: Evo Morales no puede ser candidato a la Presidencia en 2019.
¿Será esta la factura por ponerse al frente del presidente en el referéndum?
Sí,
me da la impresión de que esa decisión que expresé en octubre de 2015
marcó una línea que el presidente parece no poder comprender o no querer
comprender. Como sabes, soy representante oficial de Bolivia para la
causa marítima y mi compromiso con el Gobierno y con el Estado es
absolutamente incuestionable y no se va a modificar.
Eso no quita que yo tenga diferencias con el presidente y que tenga una posición distinta y de oposición al presidente. Eso no me convierte en un enemigo. El presidente debe entender que Bolivia no se divide en amigos y enemigos, se divide en las diferencias de opinión y de políticas de Gobierno con políticas de Estado, que son distintas. En ese contexto, yo creo que efectivamente hubo una actitud totalmente distinta del presidente Morales hacia mí desde octubre de 2015 hasta hoy.
¿Por qué las plataformas no pueden reproducirse? Su accionar es limitado y solo hubo dos movilizaciones hasta ahora.
El
punto crítico aquí es la necesidad de una vinculación entre los
colectivos ciudadanos que legítimamente reivindican el cumplimiento del
21-F y las estructuras políticas organizadas que son capaces de generar
acciones con un destino concreto, que es la posibilidad de construir
candidaturas que junto a la negativa de esta burla al 21-F puedan ser
opciones alternativas. Entiendo que los colectivos puedan tener
susceptibilidad con relación a los partidos, pero creo que es un momento
en que la unidad vale para todos.
Morales dice que ahora los que protestan son los de la zona Sur y no de las laderas.
Las
encuestas que yo conozco y que me merecen respeto indican que esta
tendencia no ha cambiado en estos últimos meses: alrededor del 70% de
los encuestados están en contra de la decisión del presidente y del TCP
de volverse a postular y defienden el respeto al 21- F. Si haces una
apreciación de ese porcentaje, me parece poco probable que el 70 por
ciento de los bolivianos viva en la zona Sur o en Urubó.
En el caso Quiborax, ¿usted hacía seguimiento del caso?
El
comienzo del proceso de controversia entre el Estado de Bolivia y
Quiborax es después de que dejé el Gobierno, por lo tanto la
responsabilidad es de la Procuraduría, que tenía que llevar adelante un
trabajo de defensa de intereses del Estado. Lo que puedo decir es que
tanto el presidente Eduardo Rodríguez Veltzé como yo coincidimos en la
expulsión de Non Metallic Minerals-Quiborax, porque esa empresa estaba
contraviniendo las leyes, estaba explotando fraudulentamente recursos
naturales bolivianos (ulexita) nada menos que en el salar de Uyuni.
¿Usted cree que el Gobierno aplicará el principio de repetición tal como anunció con dos excandidatos que demandaron al Estado?
Lo
primero que tenemos que saber es si el Gobierno, a través del
procurador general o de la Fiscalía, va a ir a una aberración jurídica,
que es acusar de la comisión de delitos a quienes defienden los
intereses económicos del Estado. Lo que a mí me parece que es
inaceptable y que no tiene nombre es que se nos lleve a una acusación
de esa naturaleza y que además se pretenda que solo debo ir yo, cuando
en los decretos el presidente Rodríguez deroga mi decreto no por la
razón de fondo, lo deroga por deficiencias de carácter jurídico. Sin
embargo, en el texto, ratifica la expulsión de Non Metallic porque
afirma que las decisiones de la superintendencia no dan lugar a
equívoco.
¿Es sintomático que salga este tema después?
Es
sintomático, pero no con relación al presidente Rodríguez, que en
definitiva no es quien toma las decisiones. Lo sintomático es que el
Gobierno pretenda hacer distinción entre las acciones coordinadas de lo
que hice yo o el presidente Rodríguez. Es claro que a quien están
buscando, a quien quieren destruir, es a Carlos Mesa.
¿Cuál cree que fue su pecado?
Yo
diría que el que haya hecho un trabajo en defensa de los intereses de
Bolivia, contribuyendo con el Estado boliviano en la defensa de la causa
marítima que generó un reconocimiento que agradezco. No era un trabajo
personal, es un trabajo de equipo, que tiene al presidente como cabeza
por la decisión política que tuvo en la demanda. Esto es gracias al
equipo jurídico que dirige el presidente Rodríguez a Diremar... Por
alguna razón, en algún momento -pienso que algo tuvo que ver la
entrevista que desarrollé en Chile en el programa El Informante-, hubo
un reconocimiento muy fuerte de lo que yo hice y probablemente haya
generado la sensación de que eso me estaba proyectando políticamente
cuando yo no tuve ninguna intención, ni tengo, de usar políticamente
este tema.
¿No le parece curioso que no se incluya a su sucesor?
Aquí
hay algo importante, lo último que uno debería hacer es descargar en el
expresidente una responsabilidad. Ambos tenemos una vinculación en
muchos casos, porque yo fui presidente casi dos años y el presidente
Rodríguez lo fue siete meses. Por tanto, muchas decisiones están
vinculadas de algún modo. Quien toma la decisión de separar un Gobierno
de otro arbitrariamente y de manera imposible es este Gobierno. Es
imposible hacerlo. En el caso Camargo Correa, separar lo que hizo el
presidente Rodríguez Veltzé de lo que hice yo y de lo que hizo el
presidente Morales. En el caso Quiborax, es exactamente igual, los tres
gobiernos intervenimos.
¿Camargo Correa es un caso similar?
Las
normas que dicté en mi Gobierno establecieron que el SNC hiciera una
licitación con una empresa que se presentase para la construcción del
tramo Roboré-El Carmen; fue una licitación entre tres empresas
brasileñas, Camargo Correa, Queiroz Galvao y Odebrecht. La ganó Camargo
Correa, pero hay un elemento más: había una cláusula suspensiva que si
no la cumplías, ese contrato no entraba en vigencia. El crédito
brasileño ponía el 80% de $us 180 millones y el Gobierno boliviano
tenía que poner el 20%. La situación financiera de nuestro Gobierno no
nos permitió cumplir con esa obligación y se ejecutó esa cláusula.
Mi Gobierno termina sin desembolso, sin aplicación del crédito y sin ejecución del crédito. El 30 de septiembre de 2005, en el Gobierno del presidente Rodríguez Veltzé se establece que debe conseguirse un nuevo financiamiento. Entonces, anula lo que había hecho yo y dictan nuevas normas. En diciembre de 2005 el nuevo financiamiento ya no es el crédito de 600 millones de Brasil, sino un crédito de la CAF por 180 millones. Ese préstamo ya no ataba a las empresas brasileñas; pero por las razones que fuera, el Gobierno confirmó a Camargo Correa y eso demuestra que la vigencia de ese contrato no está en el Gobierno de Mesa, sino de Rodríguez. Luego viene el tercer momento, que es el más importante, cuando comienza a construirse la carretera, en el Gobierno de Evo Morales. ¿Cuándo se producen los desembolsos a la empresa Camargo Correa? Durante el Gobierno de Evo Morales; ¿quién recibe la carretera en ese tramo?, el presidente Evo Morales. Por tanto: fase 1, presidente Mesa; fase 2, el contrato se hace vigente en el Gobierno de Rodríguez Veltzé, y fase 3, se desarrolla con Evo Morales.
La presidenta de la comisión (Susana Rivero) afirma que el punto de partida debe ser el acuerdo por 600 millones que firmamos con el presidente Lula (da Silva), pequeño gran detalle, ni un solo centavo con lo que se construyó esa carretera vino de Brasil.