Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 25 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Esta degradación democrática, es por culpa del ruin y aviesa conducta transversal de muchos políticos que por su pérfida acción dolosa, tratan de obtener beneficio personal en contra de los intereses de las grandes mayorías. Ellos, han prostituido y desprestigiado la democracia. La han convertido en un vértigo dañino y fétido que hostiga, cabrea y cansa a los ciudadanos.
Esta conducta rufián, hace que muchas autoridades y subalternos en todos los niveles carezcan de legitimidad y respeto y, sean mal ejemplo para los niños y jóvenes que si no tienen buena educación en valores morales y de respeto al prójimo desde la familia, la escuela, universidades, etc., aprenderán e imitarán las viejas mañas ponzoñosas y egoístas de sonsacar ventaja económica del cargo público que desempeñan. Todo este corolario y rosario de acciones malsanas y malcriadas de los oficialistas y opositores, es debido a la deficiencia profesional, ética y moral humana.
La política no puede ser un bodrio y laberinto sin salida donde los que ostentan el poder público vivan como dioses siendo que son de conducta luciferana y sin conocimiento pleno de la sociedad que gobiernan. Por lo tanto, no son garantía para gobernar con pulcritud, eficacia y honradez.
Los políticos en función de gobierno así como los que son opositores transitorios deben entender que están para cumplir un buen servicio público social, así como, para precautelar los intereses comunes y, fiscalizar que se cumpla el plan de trabajo con el cual se captó el voto popular para ser ungido como autoridad temporal. Deben dejar su mal accionar, maldad, mentiras, desparpajo y atrevimiento en las cloacas terrenales. Despojándose de ese funesto lastre, podrán ser líderes eficientes y apoyados por el pueblo siempre que le den al estado llano lo que éste necesita en la medida de las posibilidades legales y permisibles.
El orgullo de probidad, honradez y altruismo será otra vez el perfil de nuestros políticos. Deben ser comunicativos con el pueblo, explicarles la razón de sus medidas político-sociales y de esa manera, granjearse el apoyo y crédito de la población.
Nuestros políticos no pueden adquirir blindaje y protección por los jerarcas “mandamases” de sus partidos políticos, agrupaciones ciudadanas e incluso de los pueblos originarios por su mal actuar, ni cerrar filas para provocar su impunidad. Si han cometido legitimación de ganancias ilícitas incrementando su patrimonio, formando tenebrosamente comisiones para orquestar sobreprecios engrosando la corrupción, tendrán que rendir judicialmente cuenta por su proceder ilegal. Los mediocres malintencionados no pueden dominar un Estado: Debe permitirse que los que tienen mejores ideas o proyectos, formen parte de la administración de la cosa pública.
Necesitamos más personas pensantes, inteligentes, honestas y reflexivas en el ejercicio del poder público. Se es leal consigo mismo y con el pueblo, cuando no se permite o se denuncia la corruptela del colega político del oficialismo o de la oposición. Callar, porque es el compañero o líder del partido nos hace inmorales y fiel a la delincuencia. El ejercicio del poder público no puede ser una mafia sectaria de políticos aventureros que sólo buscan obtener ventajas económicas para beneficio personal, sino que tienen que trabajar por el conjunto de la población, ese es el destino de un político de estirpe.
Si actuamos mal, cosecharemos hipocresía, sufrimiento, desolación y humillaciones futuras. Seremos esclavos de nuestra conciencia que como un aguijón del escorpión nos punzará a cada instante en nuestra mente, y quizás nos arrepentiremos de todo lo malo que hicimos, pero el daño y la fama de ser un político trapecista y arlequín sometido y sumiso nos seguirá hasta la tumba. El debate, la confrontación de ideas, la libertad de pensamiento y la verdad en nuestros labios debe ser el arquetipo de la democracia participativa y representativa.
La repugnancia totalitaria, la antidemocracia mesiánica unipolar a capa y espada, el despropósito desleal con el pueblo y la mediocridad moral no pueden gobernar los Estados del mundo. Nunca es tarde para cambiar y crear una nueva realidad social y económica, pero, para ello, necesitamos políticos de raza que le importe la necesidad del otro y sea una luz en el camino de oscuridad para beneficio común.