Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 25 de mayo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Editorial:
El intelectual afirma que la votación del domingo se realizó en un contexto netamente dictatorial, de lo contrario Nicolás Maduro no hubiera podido realizar su farsa y en segundo lugar, asegura que el abstencionismo no es el verdadero enemigo del dictador caribeño, sino el voto popular, pues hace mucho que el régimen sabe perfectamente que el chavismo es derrotable, pues la gran mayoría de la población lo rechaza y además ya no cuenta con el respaldo de muchos de sus antiguos aliados.
En realidad hace mucho que el populismo latinoamericano encaja en este razonamiento. Ocurrió con el Kircherismo en Argentina, con el “luguismo en Paraguay, con Bachelet en Chile y mediante otros mecanismos, polémicos por cierto, pero que expresan una pérdida de poder. De esa forma Lula salió del camino; antes lo había hecho el inefable hondureño Manuel Zelaya y en Ecuador el retorno de Rafael Correa parece ser un tema sepultado, mientras su delfín, Lenín Moreno enfatiza en rumbos muy distintos para su país.
Los graves problemas que enfrenta Daniel Ortega en Nicaragua son precisamente el resultado de una debilidad que de traducirse en las urnas a través de un proceso electoral medianamente transparente, arrojaría un revés que solo el gobierno es capaz de sopesar y por eso mismo es que armó todo un esquema de fraude, trampas, ilegalidades y persecución de la oposición para retener el poder en las elecciones de 2016.
El libreto nicaragüense es precisamente el que se viene aplicando en Bolivia y obviamente no alcanza con haber violado la constitución con argumentos absurdos para viabilizar una nueva postulación, sino que hace falta arremeter contra cualquier figura política nacional que sea capaz de “arrastrar” votos, tal como se viene haciendo en este momento mediante un plan que ha sido definido como la “Agenda 2018”. En el fondo existe un evidente temor a competir en igualdad de condiciones el año que viene y seguramente existe el convencimiento de que la única forma de seguir en el poder es a través de una estrategia similar a la que se ejecutó en Venezuela, con candidatos títeres, sin transparencia ni la más mínima garantía de legalidad.
La principal conclusión que se puede obtener, sin embargo, es que los escenarios postpopulistas no son como los visualizan los exponentes del Socialismo del Siglo XXI, quienes aseguran que sin ellos se impondrá el caos, la ingobernabilidad y “el sol se esconderá y la tierra dejará de girar...” Otra vez ponemos de ejemplo a Ecuador, a Brasil, a Chile y también a Argentina, donde si bien hay dificultades, no se ha producido ningún escenario dantesco ni apocalíptico como el que justamente ha creado Maduro en Venezuela y estaba por desencadenar el Kirchnerismo.
El libreto nicaragüense es precisamente el que se viene aplicando en Bolivia y obviamente no alcanza con haber violado la constitución con argumentos absurdos para viabilizar una nueva postulación, sino que hace falta arremeter contra cualquier figura política.