Medio: El País
Fecha de la publicación: lunes 20 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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“La abstención, en mi opinión, no cabe por lo que está en juego (y) por la necesidad imperiosa de escuchar la voz del pueblo. Por tanto, dentro del ejercicio libre de mi voto, quedan tres caminos: el voto válido, el voto blanco y el voto nulo. Me decido por el voto nulo”, afirmó Mesa, mediante su columna de opinión publicada en el periódico Página Siete.
Remarcó que el voto nulo es legal y aunque no se suma a los votos válidos, expresará un desacuerdo con el proceso que actualmente se sigue en el país para elegir a las nuevas autoridades judiciales.
Asimismo, reconoció que el voto blanco, a pesar de que no es la opción que eligió, también será una expresión de escepticismo sobre todo el proceso, que se puede considerar, según su opinión, como una forma de expresar que no se acepta el mecanismo electoral vigente.
Dos razones
El también vocero de la demanda marítima boliviana justificó su decisión en base a dos razones identificadas plenamente en su columna.
La primera, dijo, es la forma y el fondo del proceso electoral como tal. Pues la experiencia de 2011 demostró que es un sin sentido pretender que los ciudadanos emitan un voto consciente, informado y útil para la conformación del Órgano Judicial.
“El principio teóricamente ideal de darle al pueblo la decisión de elegir directamente a sus autoridades judiciales se enfrenta a (una) dura realidad (porque) hablamos de funcionarios de alta especialización que deben estar al margen de la política y que no tienen como objetivo la presentación de programas de acción para ocupar sus cargos; sino, por el contrario, ser profesionales de excelencia con condiciones de experiencia e idoneidad que garanticen una adecuada administración de justicia y su buen funcionamiento en cada uno de sus cargos”, explicó.
Por eso, Mesa no tiene ni la menor duda de que la mayor parte de los votantes no sabrá quién votar el día de la elección.
Tampoco “sabrá, por ejemplo, que una papeleta, la del Tribunal de Justicia y del Tribunal Constitucional, es de circunscripción departamental con ocho candidatos, cuatro por cada tribunal. (Asimismo no sabrá) que la otra papeleta es de circunscripción nacional, con 14 candidatos por el Tribunal Agroambiental y 10 por el Consejo de la Magistratura. (Y) cada votante tendrá que elegir nada menos que ¡de entre 32 candidatos y votar por uno de ellos en cada uno de los cuatro campos de las dos papeletas destinados a cada institución! Un rompecabezas harto incomprensible”, enfatizó.
El 3 de diciembre, la población boliviana acudirá a las urnas por segunda vez en su historia para elegir mediante el voto directo a las autoridades judiciales.
Pero en la primera elección de 2011, “con votaciones exiguas -entre 5% y 20% por cada candidato- con sólo un 40% de votos válidos y 60% de votos nulos y blancos, se posesionó a las cabezas del Órgano Judicial. Seis años después, hay unanimidad (que incluye al presidente Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García Linera) en que ha sido probablemente el peor periodo de la justicia en toda nuestra historia, por corrupción, ineptitud y sometimiento al Poder Ejecutivo”, lamentó.
La segunda razón que expuso Mesa para justificar su decisión tiene que ver con la decisión del Gobierno, a través de sus dos tercios en la Asamblea, de “imponer una preselección de candidatos sin escuchar las observaciones y pedidos de la oposición. Una preselección que repitió, a pesar del celofán de calificaciones y exámenes, los mismos vicios de 2011 con el objetivo de mantener a los candidatos bajo control de las autoridades de gobierno”.