Lo previo a la campaña, a los debates y otras manifestaciones, ha mostrado que entre los candidatos existen diferencias serias, porque parecen entender que son rivales o enemigos y no comprenden que son simples competidores en un proceso que ellos deben ser los primeros en respetar y honrar; que no crean que con posiciones altisonantes y soberbias conquistarán el favor de los electores; que comprendan que de su conducta depende qué crea el pueblo y tenga esperanzas de un buen comportamiento con quien sea elegido; que entiendan que el pueblo quiere consolidar la paz y la armonía, que desaparezcan las fricciones y enemistades partidistas que ya han causado mucho daño al país.

De lo que digan y hagan los candidatos en estos días dependerá mucho la conducta de los electores y, lo más importante, saber por quién votarán, para que los indecisos decidan lo que deben hacer y hasta los mal intencionados en vez de anular su voto rectifiquen conductas y voten consciente y honestamente.

Es importante, finalmente, que los candidatos y sus seguidores comprendan que Bolivia está mucho antes que “el partido” o que los intereses y conveniencias personales, que el país es, antes, ahora y siempre, lo primero y más importante en la vida nacional y que ellos, los políticos, candidatos o no, deben servir y no servirse de él.