Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 04 de octubre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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De ahí surge una gran preocupación, porque en las elecciones de octubre es posible que el MAS pueda obtener primeras mayorías o mayorías absolutas en ambas cámaras, aunque no gane en primer vuelta. En este marco, es crucial comprender que los resultados de las elecciones no responden únicamente al conjunto de reglas establecidas por el REV, sino que ello también depende de la forma en que se aprovechan dichas reglas.
¿Cómo es posible todo ello? Para comprenderlo veamos el proceso de construcción del REV que es a su vez el proceso de destrucción de la proporcionalidad del voto.
Sus fundamentos vienen de los años 50, cuando se decidió que parte de los escaños debían asignarse a los departamentos sin tomar en cuenta el peso poblacional. Esa decisión ha llevado al extremo que La Paz, por ejemplo, que tiene 3 millones de habitantes, cuente con 33 parlamentarios, mientras que los 6 departamentos con menor población que en conjunto tienen 3,3 millones de habitantes, tengan 78 parlamentarios. De este modo, las decisiones del país se fueron transfiriendo de mayorías a minorías departamentales.
A esas primeras jornadas de liquidación de la proporcionalidad se sumaron más tarde las circunscripciones uninominales (CU), posiblemente la mayor tragedia de nuestro REV, pues el derecho a elegir de manera directa por mayoría simple condujo a introducir una serie de distorsiones en la cultura electoral.
Eso significó trozar aún más el universo electoral, introducir una diversidad de pesos electorales en las circunscripciones, donde el peso del voto de un elector en una CU (en las elecciones de 2009) llegó a valer 26 veces más que en otra, aunque actualmente se redujo a 6 veces más.
Lo peor es que se sentaron las bases para electorados cautivos, se dio demasiado espacio a personajes locales y se generó un gran desinterés por programas de los partidos, pues ahora bastan unas promesas o regalos locales para atraer al electorado, como si la suma de soluciones aisladas bastara para enfrentar los problemas estructurales del país.
El común de los partidos no cuenta con programas basados en diagnósticos profundos de nuestra problemática, es decir, no conocen el país.
El problema principal fue que a las CU se les asignó peso excesivo, al punto que un partido puede retener una diputación uninominal aunque no cumpla con la barrera del 3% y hacerlo incluso a costa de una diputación plurinominal que puede haber tenido mayor votación que la primera.
Con este REV nos estamos manejando desde hace más de dos décadas, tiempo en el que los partidos han ido aprendiendo a explotar las oportunidades que brinda el REV de romper la proporcionalidad entre votos y escaños. En las elecciones del 2002 el MNR y el MIR, que formaron coalición después de las elecciones, reunieron un sesgo total de 9% (resultado de la diferencia entre 38% de los votos y 47% de los escaños).
El asunto es que durante el régimen del MAS se han introducido nuevos ajustes al REV, como la regla del 40/10, la segunda vuelta, los diputados especiales, haber dado mayor peso a las diputaciones uninominales y haber efectuado cambios en la cantidad de CU y en sus límites, a fin de que calcen mejor con el lugar donde residen sus adherentes.
En el ambiente convulso existente en Bolivia, la segunda vuelta viene a ser como echar gasolina al fuego.
Todas y cada una de estas enmiendas apuntan al mismo propósito: lograr triunfos en las urnas con la menor cantidad posible de votos. El problema es que con todas las posibilidades de generar sesgos que se han ido introduciendo en el REV hoy es posible y probable ganar el control de la ALP incluso con menos del 35% de los votos.
Durante las pasadas cinco elecciones válidas, el sesgo electoral creció del 5% el 2002 al 10% el 2014, es decir que el partido político ganador obtuvo una sobre-representación legalmente respaldada por el REV y creciente en el tiempo, mostrando una curva ascendente de aprendizaje. Aquí es crucial comprender el peligro en que se encuentra la democracia boliviana.
Los sesgos no han sido más pronunciados en las pasadas cinco elecciones generales por dos razones. Primero, por que los partidos que estaban aprendiendo a moverse en esa atmósfera fueron desplazados por el MAS. Segundo, porque el MAS no ha explotado todas las oportunidades que brinda el REV debido a sus apabullantes votaciones, las que por otra parte han ocultado el peligro de los sesgos.
Ahora que el MAS entró en época de vacas flacas, está intentando explotar todo resquicio. Y tiene muchas armas para lograrlo, las que ha construido en 14 años de destrucción de los fundamentos de la democracia.
El mayor peligro actual radica en los electorados cautivos que se han convertido en rehenes de ese partido, al punto que el voto consigna ya no es extraño en muchas CU. Sus candidatos no solo representan a la respectiva CU, sino a organizaciones sociales y al MAS, lo cual genera un efecto envolvente sobre los electores que tienen premios y castigos por su votación uniforme.
En suma, los sesgos electorales recién saldrán a relucir con toda su virulencia en esta elección, porque el partido que tiene las condiciones para explotarlos está urgido de apoyo y está haciendo lo indecible para aprovecharse del REV.
El drama es que emergerá una disputa muy agria entre legalidad y legitimidad, porque los bolivianos esta vez sí tomarán conciencia que votaron pero no eligieron. (Ver documento completo en: https://yapukamani.blogspot.com).