Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 04 de octubre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Por supuesto que la gente de su partido puede ejercitar otras excusas, pero han utilizado la más absurda, aducir que tenían un compromiso previo con otro canal, a la misma hora. Algo que puede ser solucionado sin el menor problema, pero que, como todos lo pueden ver, es más una excusa que un motivo.
Para Luis Arce es, sin lugar a dudas, un trago muy amargo enfrentarse a un debate, más allá de que posiblemente tiene armas retóricas para defenderse, y es que, como corresponde, le toca asumir todos los actos del Gobierno del que él fue parte durante casi 14 años, salvo la no muy larga pausa que se dio por sus problemas de salud, de principio a fin.
Aunque nadie puede negar que Bolivia vivió unos tiempos muy buenos en términos económicos, Arce tampoco puede negar que esa bonanza increíble no fue bien utilizada, y que él no hizo el papel de José, y no le explicó al faraón andino que después de las vacas gordas siempre vienen las vacas flacas.
Bolivia ha hecho algunas inversiones razonables en carreteras, no en todas; las hay las que no valían la pena hacer, sobre todo teniendo otras necesidades. Se han hecho inversiones absurdas que conocemos de memoria, canchitas sofisticadas que en realidad perjudican el deporte; aeropuertos en lugares imposibles; un teleférico que parece genial, pero que es similar a una limusina de lujo comprada por una familia de escasos recursos que no se puede costear ni siquiera un seguro médico, y que no tiene alcantarilla ni agua potable en la casa; fábricas que no funcionan, una aerolínea cuyas cuentas necesitan ser revisadas. Por el otro lado, ha dejado de hacer inversiones importantísimas en salud y en educación.
Pese a su buen desempeño en las exportaciones y a que su Producto Interno Bruto ha crecido muchísimo, Bolivia sigue siendo un país muy pobre, el más pobre de la región, y sigue siendo un productor y un exportador de pobres, pese a la disminución de ese flagelo que se ve reflejada en las estadísticas. El país es un exportador de gente bien formada, muchas veces con el sacrificio de sus familias, precisamente porque las oportunidades para las nuevas generaciones siguen siendo extremadamente reducidas, algo que refleja también algunas políticas erradas en la creación de empresas y, por ende, de empleos.
El tema de la salud pudo haber sido muy sensible para Arce, además porque recientemente se ha despachado un exabrupto contra los médicos de Bolivia, acusándolos de negligentes y poniéndose como ejemplo. Esa expresión abre la puerta a preguntarle qué fue lo que verdaderamente pasó, y preguntarle de paso cómo es posible que un gurú de la economía no hubiera tenido un buen seguro privado (considerando la situación de la salud pública en el país), y hubiera tenido que recurrir a colectas para financiar su tratamiento.
Por supuesto que Arce tiene que explicar también por qué no se opuso a todo el proceso de la reelección, que era a todas vistas inconstitucional, como ha sido ratificado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Es muy posible que los responsables de la campaña masista tengan algo de razón en tratar de minimizar los daños, es posible que a Arce le iría peor si asiste que si no lo hace, pero no deja de dejar una imagen penosa. Una cosa es que no se anime a debatir un hombre de extremada limitada formación, como lo es el ex Jiliriirpiri; otra cosa es que lo haga alguien que ha pasado por una de las mejores universidades del mundo. Si no asiste la noche de este domingo, será una muestra de gran inseguridad.