En algún momento el Movimiento al Socialismo tendrá que aceptar la democracia y sus reglas si quiere seguir teniendo vigencia política en el país, porque la lógica de las calles, los bloqueos y la presión social ya no son suficientes para imponer un proyecto político, sea de la naturaleza que fuere.
Los países que entran en el ámbito de las decisiones civilizadas resuelven sus diferencias con el método de la voluntad de las mayorías, que se expresan de manera organizada y ordenada en las urnas. Así de claro. No hay mayor misterio.
Lo contrario significa continuar apostando a la confrontación permanente, la intolerancia y la vía de la violencia como forma de imponer la voluntad del más fuerte, o en el caso boliviano del que más muertos tenga en sus propias filas.