El M.A.S con insistencia plantea la posibilidad de que haya un nuevo fraude electoral, ironía que no sería tomada en serio, sí es que no se tratara de una organización política cuyas prácticas son el vandalismo, la convulsión social y la violencia, esos son sus métodos de lucha y responden a una cultura de origen cocalero y sindical. 

Es irónico porque hicieron un fraude escandaloso el año pasado y sin ruborizarse denuncian la posibilidad de que otros intenten imitarlos, cuando a diferencia del pasado existen ciertas garantías de transparencia, pese a que tenemos un Órgano Electoral designado con los dos tercios de votos, que ese partido tiene en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Curiosamente las sospechas recaen sobre los mismos vocales, que mediante una chicana se excusaron de resolver un incidente sobre la personería de esa fuerza política y delegaron tal atribución a un Tribunal Constitucional, que claramente está decidido a dejar esa decisión para las calendas griegas, en otras palabras Luis Arce devuelve ese gran favor calumniando a sus benefactores, toda vez que sirvieron a su cometido y la gratitud no es un concepto que algunos sepan entender y practicar. Durante años la única forma en la que lograron salir de los «empates catastróficos» fue a través de las imposiciones, marchando y amenazando lograron mandar a referéndum la Constitución, inventando el caso terrorismo se deshicieron de los opositores en Santa Cruz, incendiando casas y autobuses en La Paz, consiguieron impunidad para los atentados de Senkata y acuerdos para que funcione sin dificultad el rodillo parlamentario, hace poco lograron con bloqueos de carreteras adelantar las elecciones y se sentaron a dialogar después de que quedaron en la impunidad los delitos cometidos y sus faltas electorales. Somos víctimas de la debilidad institucional que tiene el Estado, lamentablemente no se mide con la misma vara a todos, por eso hay quienes piensan que la vía democrática es solo una opción cuando les resulta eficaz, mientras se toleren tales excesos y los delitos queden en la impunidad, estaremos en una espiral de nunca acabar, pues cuando las normas y los principios son negociables, la estabilidad política es una ilusión y la dignidad de las magistraturas queda reducida a una graciosa formalidad. La cobardía del Tribunal Supremo Electoral se convirtió en un boomerang, primero porque Arce Catacora los acusa de estar fraguando un fraude y segundo porque el tema está lejos de zanjarse, ya fue admitida una acción de cumplimiento en la Sala Constitucional Segunda de La Paz, por lo que en los próximos días podría anularse la sigla del M.A.S, sin que los subterfugios empleados sigan postergando una decisión que era ineludible dentro del proceso electoral. Las normas tienen que ser acatadas por todos, la impunidad está lacerando la convivencia social, no puede haber paz social sin legalidad, por eso se hace tan compleja la situación en la que estamos y no será nada sencillo despolitizar la justicia, restablecer la independencia de poderes o combatir la corrupción y el narcotráfico, paradójicamente existe la acción de cumplimiento, porque en Bolivia se debe obligar a las instituciones a la aplicación de la ley. Esperemos que más temprano que tarde los jueces no se fijen a quien juzgan, no es casual que en el índice de Estado de Derecho, elaborado por World Justice Proyect (WJP), nuestro País ocupe el puesto 127, apenas mejor que Venezuela y estemos en el selecto grupo de Estados Fallidos, donde ingenuamente se crían cuervos para que nos saquen impunemente los ojos.