Medio: El País
Fecha de la publicación: viernes 18 de septiembre de 2020
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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La decisión de Juntos no aclara nada. Encuesta tras encuesta, la presidenta había ido descendiendo en intención de voto sin que nunca hubiera llegado a descollar. En su opinión, su decisión facilitará la conformación de un nuevo proyecto de país alternativo al Movimiento Al Socialismo, motivo al cual ha entregado su Presidencia.
La Presidenta anunció la decisión de ser candidata el 24 de enero; dos días antes, el 22, ya había anunciado sus intenciones en un discurso por el Día del Estado Plurinacional en el que dio por cerrada la etapa de transición al considerar que el país estaba pacificado y las elecciones convocadas, aunque lo cierto es que desde el mismo día en que colmó su gabinete de políticos en declive – senadores, diputados, analistas, etc., - las intenciones estaban claras.
Desde que anunció su candidatura han pasado nueve meses durísimos, porque a la crisis política y social se ha unido una crisis sanitaria que ha aflorado las vergüenzas del país en varios aspectos. La pandemia ha obligado también a alargar una Presidencia donde las decisiones han venido marcadas por lo electoral más que por las necesidades.
En la pandemia, por ejemplo, se optó por una cuarentena estricta en una etapa inicial que acabó desbordada, y cuando los casos arreciaban y no había respuesta médica ni estrategia de contención – caso respiradores aparte – el Gobierno optó por diluir la responsabilidad entre Gobernaciones y Municipios para convertirse en el bueno que promovía las cuarentenas dinámicas.
Desde que anunció su candidatura han pasado nueve meses durísimos, porque a la crisis política y social se ha unido una crisis sanitaria que ha aflorado las vergüenzas del país en varios aspectos
En esas, al principio optó por vetar las pruebas rápidas mientras los casos crecían rápidamente atrasando elecciones, y cuando las aceptó, no permitió que se incorporaran a los datos oficiales, provocando un ficticio freno de la curva de contagios. Además, hay 20.000 muertos extraordinarios hasta agosto que nadie puede explicar.
En pandemia hubo otras decisiones económicas tomadas desde la óptica electoral, desde los bonos hasta los diferimientos, pasando por las dádivas al sector agroindustrial soyero, la suspensión del año escolar o la derogación del decreto “incendiario” luego de la temporada de chaqueos pero antes de la cita del 18 de octubre.
Hay otras que no, y esas son las que preocupan de aquí a fin de año con un Gobierno sin premuras electorales ni formas que guardar, pues aún con eso se aprobó el uso de transgénicos y se firmó un anexo con Brasil que perjudica los intereses bolivianos, además de retocar toda la política exterior alineándose con los intereses de Donald Trump.
Hace años que Bolivia no tiene un Gobierno “saliente” al margen de todo el show electoral. Es positivo que Áñez retorne a su posición inicial de Gobierno de Transición, con dos puntos claros y sin necesidad de enfrentar reformas. La pandemia exige toda la atención de un ejecutivo disperso desde su posesión. Esperemos que, con la carrera terminada, las decisiones sean acertadas y por el bien del país. No se puede bajar la guardia ahí.