Continuando con el análisis, el sistema de elección actual para elegir diputados y senadores tiende a la hegemonía de un solo partido y una polarización entre los dos primeros lugares, observándose que los votos del tercero “ayudan” a la primera fuerza, en desmedro del segundo lugar.

Ejemplificando con los comicios de 2014, cuando el PDC obtiene el tercer lugar con 12 escaños de la Asamblea, UD obtiene 42 escaños y el MAS obtiene 112 miembros de la Asamblea, alcanzando los 2/3 necesarios, con los cuales manipuló la modificación del artículo 168 de la CPE para favorecerse de una inconstitucional cuarta elección; por otro lado, designó autoridades del Órgano Electoral, del Órgano Judicial y nombró Fiscal General y Defensor del Pueblo. En realidad, “hizo lo que le dio la gana”. 

Otra hubiese sido la situación si los actores políticos de ese momento hubiesen conformado un solo frente opositor a la hegemonía del MAS, que ya tendía a ser una tiranía, pues este partido hubiese disminuido cinco escaños, con lo que no llegaría a obtener los 2/3 y no se hubiesen realizado las arbitrariedades antes anotadas.

Ahora bien, de acuerdo a la encuesta de Mori del 6 de septiembre de este año, el Senado Nacional quedaría conformado por 18 senadores del MAS, 11 de CC, cinco de Juntos y dos de Creemos. En tanto, la conformación de diputados plurinominales sería 30 del MAS, 16 de CC, nueve de Juntos y cinco de Creemos. La Asamblea Legislativa, además de los diputados y senadores ya indicados, tiene 70 uninominales, entre los cuales se encuentran los siete diputados de circunscripciones especiales. Simplemente, para recordar el resultado de 2014, de estos 70, el MAS obtuvo 55 diputados y la oposición 15.

Planteada así la situación y realizando una prospectiva, es decir, tomando en cuenta votaciones históricas, el MAS podría ganar más del 50% de los diputados uninominales, y si así fuese, queda la posibilidad –siempre basándose en la encuesta del 6 de septiembre– que sean mayoría en la próxima Asamblea Legislativa.  Por el contrario, si el resto de participantes, es decir, los opositores al MAS lograrían más del 50% de uninominales, forzosamente tendrían que realizar alianzas para la gestión legislativa y, evidentemente, para la gestión gubernamental, si acaso algún partido de oposición ganase las próximas elecciones.

Está claro que ningún partido obtendrá los 2/3 de la Asamblea Legislativa, lo cual es conveniente para evitar una hegemonía, cuyos antecedentes han sido nefastos para el país. Esta reflexión es para llamar la atención sobre la necesidad de evitar el retorno de todas las anomalías ocurridas en los 14 años pasados -que estuvieron marcados por despilfarro, corrupción, inmoralidad, manipulación de la Asamblea Legislativa, sometimiento del Órgano Judicial, servilismo del Órgano Electoral, al igual que la Fiscalía y Defensor del Pueblo-, e iniciar un proceso de recuperación del Estado de Derecho, respeto a la institucionalidad y al principio de división y coordinación de poderes; es decir, volver a un país cuyo paradigma principal sea la verdad y no el embuste político. 

Para cerrar este análisis, en estas próximas elecciones, por lo menos hasta hoy día, los opositores al MAS tropezarán de nuevo con la misma piedra, por cuanto no hay probabilidades de una posible alianza.