Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: sábado 12 de septiembre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Un breve concepto de liderazgo es: la habilidad y capacidad de individuos excepcionales, dotados de carisma, que los capacita para influir en el resto de las personas.
¿Qué ocurre cuando la gente tiene incertidumbre política? Buscan seguridad, buscan esperanza, no hacen nada y se paralizan. Y en ese caso ¿qué hacen los líderes políticos? Dan esperanza permanecen cerca de las personas para darles seguridad y muestran coraje, ante todo.
Desde hace mucho tiempo que nuestro país tiene una ausencia de liderazgo político a nivel nacional. Si bien el huido Evo Morales, en 2005 mostró cierto liderazgo político al ganar las elecciones generales de ese entonces con más del 50%, pero más fue por el voto del occidente a nivel indomestizo, indígena, rural, áreas periurbanas, trópico cochabambino y una parte de la clase media de las áreas urbanas. No teniendo apoyo de otra gran parte de las clases alta y media tradicionales de las áreas urbanas del propio occidente como del oriente boliviano.
Para estas elecciones, ninguno de los candidatos que pretenden ganarlas logra reunir un voto unificado a nivel nacional. Solo son líderes regionales que no pasan más allá de las fronteras de sus departamentos a los que representan.
Según las encuestas de preferencia electoral divulgadas, los candidatos que tienen mayor apoyo son Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS); Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC), y Jeanine Áñez, de Juntos. A los demás que tienen un bajo porcentaje de apoyo no les quedaría otro camino que dar un paso al costado o sumarse a uno de los tres mencionados candidatos anteriormente.
El candidato improvisado del MAS sabe en el fondo que no es un líder político de convicción y que no arrastra ni a su sombra. Es un “líder” impuesto desde Argentina. Ese porcentaje de intención de voto (un poco más del 20%) que lo ubica entre los tres primeros, no es más que el voto cerrado y duro que tiene dicho partido político para con su jefe que vive en Buenos Aires.
En el caso del candidato de CC, en las elecciones fraudulentas de octubre del año pasado, quien concentró el voto útil de una gran parte del electorado, que estuvo en contra de la continuidad ilegal e ilegítima del MAS y de su déspota jefe nacional, Evo Morales, no fue por tener la cualidad de un gran líder nacional, sino porque era el candidato opositor que mayor apoyo tenía ante la ausencia de otro competidor que haga frente a Morales.
Con respecto a la actual Presidenta transitoria y candidata presidencial, Jeanine Añez tampoco cuenta con la cualidad de ser una verdadera líder política a nivel nacional. Ella llegó a la silla presidencial por un azar de la política. Aspecto que aprovechó para lanzar su candidatura ya que cuando fungió como diputada por el Beni, tampoco tuvo una imagen descollante como lideresa, habiendo mantenido un perfil muy bajo en esas funciones.
En el espectro político boliviano, es difícil encontrar una figura política destacada con esos dotes de verdadero líder político nacional que logre unir a todas las regiones del país para contar con un voto unificado.
Es tiempo de que las organizaciones políticas del país, se preocupen de generar nuevos/as líderes políticos con proyección nacional y no regional. El MAS tuvo su gran oportunidad, durante sus casi 14 años de gobierno de trabajar en ese rubro, pero no lo hizo por el celo que tuvo su “jefazo”, ya que la ambición de eternizarse en el poder pudo más que la intención de proyectar una nueva figura fresca y recién salida del propio siglo XXI.
Los electores, en estos próximos comicios, estamos en la gran duda acerca de a quién, que tenga esa capacidad de unificar el voto a nivel nacional, daremos nuestro voto. La dispersión del voto hará un flaco favor a nuestra débil democracia y beneficiará indirectamente a los masistas, quienes durante sus años de gobierno destruyeron la misma a tal punto de dejarla desinstitucionalizada, quebrantada y en una grave crisis.