Los fundadores de la nación estadounidense creyeron que uno de los pilares para mantener fuerte la democracia era la información y fue así que crearon un servicio que asegure la libre y segura circulación de los datos en el menor tiempo posible. Años más tarde crearon el “Pony Express”, una ruta que llevaba el correo a lomo de caballo y que era capaz de llegar de un extremo al otro del país, es decir, desde Atlántico al Pacífico, desde Nueva York a San Francisco, en apenas diez días, cuando lo normal era demorar seis meses. 

Ni el telégrafo o la red internet han podido con el servicio de correo, que mantiene su orgullo de confiabilidad y la prontitud, mucho más en estas elecciones tan importantes y especiales, pues la pandemia del Covid-19 nos expone ante el peligro del contagio, pero mucho más, ante el riesgo del ascenso de sistemas políticos que no le auguran nada bueno a la democracia. 

Lamentablemente en Bolivia no tenemos correo y la poca confianza que había también la aniquiló el MAS.

Ni siquiera podemos confiar en los sofisticados métodos del control electoral, no después de lo ocurrido el 20 de octubre de 2019 y todavía peor, en las actuales circunstancias en las que algunos tienen miedo de ir a votar y otros quieren aprovecharse de la ocasión y seguramente ya tienen un plan definido para hacer trampa.

El año pasado la OEA se reivindicó después de tantos años de complicidad con el régimen de Evo Morales, que no hizo más que destruir la democracia. La Unión Europea hizo lo propio y entre ambas se convirtieron en puntales para evitar que se consolide el impresionante fraude que había preparado el cocalero. 

Los europeos dicen estar comprometidos con el proceso de recuperación de la democracia y han anunciado, a través de su representante en Bolivia, el envío de una “misión reforzada” de observación de las elecciones del 18 de octubre, lo que implica mayor personal y más atención a los elementos que pueden dar problemas ese día. El Parlamento Europeo también enviará veedores y además de ellos habrá otras tres misiones extranjeras en Bolivia, la OEA, la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore)  y el Centro Carter.

Al Tribunal Supremo Electoral solo le queda la misión de dar a conocer con mucho detalle todo el operativo que está montando para brindar seguridad y dedicarse a brindar un mensaje positivo para que la gente pierda el miedo. Lo terrorífico será que vuelva el fraude y la dictadura.

Los europeos dicen estar comprometidos con el proceso de recuperación de la democracia y han anunciado, a través de su representante en Bolivia, el envío de una “misión reforzada” de observación de las elecciones del 18 de octubre, lo que implica mayor personal y más atención a los elementos que pueden dar problemas ese día.