El contexto nos dice que los partidos que se dicen opositores a Evo Morales, no consiguieron que el Movimiento al Socialismo (MAS) pierda su sigla, ya es demasiado tarde y se llegará nomás al 18 de octubre, fecha marcada para definir la suerte de Bolivia, luego de un año de sinsabores y tropezones, de mucha política bajo cuerda, con zancadillas incluidas, una lucha de bajo nivel y sin códigos. Sin pensarlo pasará casi un año desde ese 20 de Octubre en el que todo empezó a cambiar y nos sumergimos en un mar de incertidumbre, ni que decir con la pandemia que llegó en marzo y aún genera múltiples dudas sobre cómo fue administrada. Si le sirvió a unos o le fue perjudicial a otros, lo que es seguro es que se perdieron y perderán muchas vidas, muchas más se enfermaron y se enfermarán… la economía fue duramente golpeada y arrastra desempleo y poca esperanza, hasta ahora solo se escucharon promesas de reactivación pero nada medible, tal vez por la propia dinámica de estos tiempos que mezcla la la salud, la economía y la política, peligroso cóctel que confunde al pueblo y encumbra a los que viven soñando con el poder.

El circo ha comenzado con autorización para vender entradas en primera fila, las redes sociales serán el escenario para lo cierto y lo falso, para las verdades y mentiras, la volatilidad de esta opción hace difícil si seguimiento y control, justo lo que necesitan los políticos para intentar asegurar buenos resultados en este día a día, rumbo a las elecciones.

Una vez más Bolivia va camino a un proceso electoral que promete ser todo, menos tranquilo, con una muy probable segunda vuelta que solo estirará la incertidumbre por otras cuantas semanas. Quisiéramos creer que luego comenzará la reconstrucción pero no es así, el circo continuará porque habrán partes de esta Bolivia, que aún se necesitan conquistar, con gobernadores y alcaldes que llevarán la batalla política a cada una de las regiones.