Medio: El Día
Fecha de la publicación: lunes 07 de septiembre de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
No se ha conocido de ninguna protesta de estos mismos padres ni de ningún otro grupo en el país por la suspensión del año escolar. Nadie les ha exigido a los maestros dejar de poner excusas para pasar clases o demandarle al Ministerio de Educación que haga lo imposible para mejorar el acceso a internet para hacer realidad la formación virtual. Sólo piden la plata, que no está mal si tomamos en cuenta la precaria situación que ha dejado la cuarentena en los hogares. Lo preocupante es que esto de dar bonos y de pedir y pedir se esté convirtiendo en una escalada que pueda destruir la economía y socavar aún más la esmirriada democracia boliviana.
No estamos hablando sólo de los subsidios que ha repartido en Gobierno central y los que propone entregar en un futuro cercano, sino de toda la repartija que se está produciendo en los municipios y gobernaciones, cuyos líderes se esfuerzan por mantener su imagen a través del prebendalismo. Todo lo que no hicieron por la gestión, por la producción y la mejora de la calidad de vida de la población, están tratando de remediarlo a través de migajas que no van a ayudar a salir de la crisis, no sirven para luchar contra la pobreza y tampoco van a evitar que la economía pueda caer en el colapso.
Lamentablemente estamos ingresando en una durísima campaña electoral (y enseguida vendrá otra para los comicios subnacionales), en la que asistiremos a una guerra de ofertas de bonos, ayudas, regalos y toda la gama enmarcada en el tenebroso cuadro del asistencialismo, la herramienta más eficaz que tienen los regímenes autoritarios para someter a la población y combatir la libertad.
Venimos de un largo periodo en que se engañó a la gente con una falsa idea de combate a la pobreza y una mentirosa visión del crecimiento. Los bonos creados por el cocalero apenas ayudaron a sacar de la miseria a una porción de los habitantes y el estímulo al consumo no hizo más que promover la importación y en contrabando y dejó en ruinas a la capacidad productiva de los bolivianos.
Además, el abuso de los bonos es uno de los peores enemigos de la democracia. El individuo sacrifica su libertad y su iniciativa personal con tal de recibir un regalo del Estado y termina convirtiéndose en un esclavo de los populistas y demagogos. Así acabó el Chavismo con Venezuela y en este momento, a la dictadura de Maduro ya no le queda más que para entregar un bono equivalente a 4,5 dólares. No queremos terminar así.
Venimos de un largo periodo en que se engañó a la gente con una falsa idea de combate a la pobreza y una mentirosa visión del crecimiento. Los bonos creados por el cocalero apenas ayudaron a sacar de la miseria a una porción de los habitantes y el estímulo al consumo no hizo más que promover la importación y en contrabando y dejó en ruinas a la capacidad productiva de los bolivianos.