La situación para los electores es un poco más simple, pues tienen tres candidatos entre los cuales elegir, porque son los únicos que tienen posibilidades y en ese sentido las encuestas de intención de voto que comienzan a publicarse desde hoy, serán ilustrativas respecto a una realidad electoral que cambió poco desde que se postergaron las elecciones. Generalmente los contextos de crisis inclinan las preferencias hacia quienes tienen la confiabilidad y la firmeza para construir estabilidad y para que la gobernabilidad permita tanto la recuperación económica como el orden social, por eso se tendrá que hablar de economía, corrupción, sanidad y relaciones internacionales, entre otros tópicos que se deberían debatir, también se deberían aclarar ciertas responsabilidades y ser explicadas las posiciones que se asumieron durante esta coyuntura. Por otro lado nos espera una campaña muy rica en acusaciones, durante la Pandemia sucedieron demasiados hechos que sin duda serán recordados y los mismos se vivieron crudamente, por eso sabremos qué predisposición tienen los candidatos para hacer su campaña a la altura de las circunstancias o seremos testigos de su apuesta por la pobreza discursiva y programática, que caracterizó a las últimas elecciones. También tendrá trascendencia lo que vaya a ocurrir con el desempeño del Tribunal Supremo Electoral, que hasta la fecha no supo disipar las dudas ni desvirtuar los temores, pues en estos comicios no solo se elegirá a un Gobierno, esencialmente marcaran el destino de la democracia y la suerte de su institucionalidad, también incidirá sobre la circunstancias que atravesará la gobernabilidad y la estabilidad política, así como el grado de armonía que vayan a tener tanto la convivencia social como las tensiones regionales. Esto porque durante años se vienen postergando los problemas, no se llama a las cosas por su nombre y no se asumen correctamente las prioridades, para salir de las dificultades necesitamos un gobierno coherente y fuerte, capaz de reformar instituciones y reestructurar el Estado, un liderazgo que debería restablecer la confianza en la justicia, el optimismo en materia económica, el respeto y la tolerancia en las relaciones sociales y la vigencia plena de las libertades ciudadanas y los derechos humanos. El examen no admite reprobación, pues mientras unos se preocupan de preparar las banderas y de hacer camisetas, otros trasladan armas y tratan de evitar la acción de la justicia, esas son las paradojas que se tendrán que enfrentar, contrastes de una coyuntura atípica y de unas elecciones inoportunas, donde los intereses tienen una complejidad asombrosa y las diferencias son más notorias que nunca. Es todavía confuso lo que pueda suceder, pero es indudable que viviremos los próximos días con mucha intensidad, en un año que nos hizo confrontar los limites y que todavía no ha terminado, en meses que parecen años y en el que la vida y la salud recobraron su presencia existencial, pese a que existen muchas diferencias en cuanto a la valoración de esos derechos, ya que afloró lo mejor de la naturaleza humana, mientras paralelamente algunos se esforzaron por mostrarnos lo peor que tiene, ahora ambas realidades se pondrán en la balanza y por fin sabremos cual su peso y quienes están en cada platillo.