En el Síndrome de Estocolmo, la persona secuestrada comienza a mostrarse comprensiva y benevolente con la conducta de los secuestradores y se identifica progresivamente con sus ideas. Con relación a nuestras elecciones, los bolivianos y nuestra democracia somos rehenes de una coyuntura social y política tan complicada, que aparentemente empezamos también a sufrir de este trastorno psicológico.
Vamos al grano: el TSE no ha inyectado confiabilidad y transparencia al proceso electoral. Se ha quedado estancado en los muy trillados principios de “solidez técnica, imparcialidad frente a los actores políticos y debidas medidas de protección de la salud pública.” Estos principios son profundos, impresionantes. Lo preocupante es que no sustentan su propio peso en la práctica. Sobre todo, no para el ciudadano de a pie; no para mí ni para muchos otros ciudadanos independientes que han documentado y reportado escandalosos problemas técnicos y de proceso en las últimas elecciones. Sin embargo, no hay respuestas. Por el contrario, comenzamos a racionalizar nuestra situación con comentarios como “el padrón no esta tan mal…” “difícil votar en el extranjero debido al COVID…” “sigamos como estamos ya que posponer las elecciones es un suicidio…” Y así, cada día, de a poquito y por cansancio, empezamos a “creer” que a pesar de que el TSE no nos da pruebas de que los reclamos se solucionan, todo estará bien… “vamos a tener fe, confiar en lo que dicen… y, sobre todo, vamos a rezar mucho”
¿Qué significa la “solidez técnica” que ofrece el TSE? A la fecha, el TSE no nos demuestra que el sistema de cómputo oficial sume correctamente (hoy por hoy, este sistema nos dice que 16+6=24), o que el sistema no “corta” papeletas de modo que el voto pueda ser dispersado y la diferencia de “10%” entre el primero y el segundo parezca legal, o que una misma acta se vea de una forma en el TREP y de otra en el sistema de cómputo oficial, o que el incremento en el registro de nuevos votantes para las elecciones del 2009 y del 2019 es humanamente posible. ¡En vez de solidez técnica, el TSE nos deja sumados en una mar de dudas técnicas que ya no se pueden ignorar!
¿Qué significa imparcialidad frente a los actores políticos? Ha quedado documentado que, desde su incepción, el TSE ha dejado que decisiones que le competen por ley, sean más bien “consensuadas (léase comprometidas) en el nombre de primero apaciguar al bando duro del MAS y sus aliados y, segundo, al resto de los actores políticos. Mas preocupante aun es que, en vez de reflejar transparencia y claridad a todos los ciudadanos, el actuar del TSE se desvirtúa más debido a su tímida respuesta en relación con la legalidad y viabilidad del MAS como partido y como sigla. ¿Es en realidad mucho pedir que el TSE emita un veredicto absoluto, de una u otra manera, con todo el sustento legal necesario y sin inexplicable retraso? ¡En vez de imparcialidad, el TSE nos deja en el medio de un mar de cálculos políticos!
¿Y qué significan “debidas medidas de protección de la salud pública?” El TSE ha cambiado la fecha para las elecciones en dos oportunidades. Ambas bajo la premisa de proteger a la población de la pandemia mundial del COVID. Ambas instancias fueron confusas y carecieron de una explicación epidemiológica clara para con la ciudadanía. Y la inconsistencia continua ya que mientras el TSE, y ahora la Cancillería, dicen que posiblemente los bolivianos en el exterior no podrán votar debido a lineamientos de bioseguridad de otros países, en Bolivia las elecciones se darán independientemente de cuál sea el estatus real de la pandemia y un sistema de salud absolutamente colapsado en todo el país. Y no olvidemos que el TSE conoce, desde hace varios meses, que habilitar opciones voluntarias como la del voto digital, por ejemplo, serían una manera efectiva para asegurar máxima participación sin comprometer la salud pública. ¡En vez de definir medidas efectivas de protección para la salud pública durante las elecciones, el TSE nos deja ahora en un mar de ambivalencias que expondrá a miles de bolivianos a un virus que no perdona a nadie!
Los bolivianos seguimos rehenes de un sistema para hacer política de nuestra propia creación. Sin embargo, es importante recordarle al TSE, al gobierno y a los actuales actores políticos que los bolivianos no se cansan ni se rinden. ¿Hay duda? Recordemos octubre del 2019 cuando una vez más fue el levantamiento pacifico de la sociedad civil quien recordó al mundo entero que en Bolivia, al final, no seremos víctimas del síndrome de Estocolmo.