Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 21 de agosto de 2020
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Es muy fácil tildarlos de criminales, sin embargo, es imperioso saber por qué surgieron. ¿Qué rato se convirtieron en criminales algunos de ellos (enfatizo lo de “algunos”), que bloquean el país sin (querer) comprender el inmenso daño que hacen? He ahí el asunto que debemos comprender y que tiene su origen en una vulgar elitización de nuestro modelo político, o, aún peor, en la vulgar personalización de este modelo en su último recorrido.
¿Qué quiero decir con esta elitización/personalización? El país ha abandonado a los ciudadanos (y grupos) democráticos en los que debimos confiar. El país ha sido tomado por un escueto grupo de seis, diez o, digámoslo, veinte personas que deciden y, sobre todo, no deciden. No nos mintamos: el país está sujeto a la voluntad de no más de cuatro cinco personas que forman el gobierno, mientras el MAS y Comunidad Ciudadana han personalizado la política en torno a sus líderes. No podemos dejarnos engañar: dependemos (los millones que somos) de lo que, a lo sumo, cinco, siete o diez personas decidan: el gobierno quería prolongar su permanencia en el gobierno, los mesistas escribían elegantemente que “las elecciones deben realizarse en septiembre” y hoy publican sus mismos artículos, igualitos, con la fecha cambiada a octubre, y el MAS finalmente podía dar gusto al jefe y cercar al país. Hasta aquí no hay novedad.
¿Cuál es la novedad entonces? He ahí aquí la necesidad de comprender la ligazón entre ambos fenómenos aparentemente desligados entre sí: la aparición de (algunos) bloqueadores/criminales y esta elitización/personalización de la política. Explico esa ligazón de la siguiente manera: la política se encarga siempre de llenar los huecos o lo que se llaman vacíos. ¿Se imaginan tener elecciones y que seis o siete meses antes de éstas, los partidos llamados a participar digan algo así como “hay que ver, por ahí participamos, por ahí no participamos, aunque si vamos o no vamos, igual ganamos o perdemos, porque así es la política yendo y sin ir…?” Ajá. Claro que sí. Muy capos. ¿Qué sucedería si estos campeones de la indecisión preservasen su talento hasta un mes antes de la mentada elección? No hay duda, tendrían al frente tres, cinco o veintidós partidos listos a competir. ¿Buenos? Quizás, lo más seguro es que no, pero igual coparían el vacío. Simple: si tú no vas, va otro. Va ser así. El vacío dura poco, muy poco.
¿A qué viene esta reflexión? No tengo duda: a que los actuales políticos no pudieron/quisieron llenar ese vacío. Entre un largo camino de indecisiones, cálculos políticos (los famosos cálculos de los escasamente talentosos campañólogos) y cabreos personales, las cosas fueron por mal camino. Era imprescindible un diálogo verdadero. Un acercamiento político sin miramientos tan burdamente endogámicos. Los comentarios de “emputa el Mesa”, “cabrea el Murillo”, “el MAS es una mierda”, entre tantos que se vertieron significaron una enorme pérdida de tiempo, mientras “alguien” se apoderaba del hueco y se colonizaba gozoso el vacío. ¿Y quiénes se metieron al hueco/vacío? Ya lo vimos: aquellos que no dejan pasar el oxígeno. Sí, señor, precisamente ellos, pero no sólo ellos. Hay alguien que se preparó encarnizadamente para zambullirse olímpicamente en ese hueco/vacío: Evo Morales, quien festeja la aparición de muchos asesinos desperdigados por los cerros, bloqueando o habiendo bloqueado con el saldo fatal conocido de 31 muertos. Si, sepámoslo: mientras te peleabas a golpes con tu hermano, los vecinos se apropiaron de la pelota, la cancha y se quedaron de titulares.
¿Qué significa eso? Qué debimos promover ese diálogo. Un diálogo en tres dimensiones: con los políticos (Comunidad Ciudadana, Juntos, MAS), con las gobernaciones y municipios y con los actores sociales (empresariales y sindicales). Ellos hubiesen colonizado los huecos/vacíos. Ellos hubiesen evitado este escenario de desazón. Hubiésemos logrado este triple diálogo dando relevancia a quienes debíamos darles relevancia y, valga el énfasis, nos hubiésemos apropiado sanamente de esos huecos/vacíos.
No sucedió. Y puede que gane alguien, pero estén seguros que pierde Bolivia.