Medio: El País
Fecha de la publicación: viernes 14 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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¿Y cuál es la causa? ¿Cuáles son los problemas aparentemente insolubles que nos ponen en esta situación? Si todos estamos de acuerdo en que haya elecciones (salvo la última ocurrencia de los empresarios cruceños, que esperamos haya sido sólo un lapsus de su presidente), ¿tiene sentido que nos peleemos de esta manera por la fecha? Ahora resulta que la COB acepta las elecciones, pero una semana antes de lo que ha establecido el Tribunal Electoral. ¿Realmente tiene sentido paralizar el país por una semana de retraso o adelanto de las elecciones? Hemos vivido en nuestra historia antigua y moderna una larga serie de conflictos sociales, muchas veces difíciles de resolver (por las conveniencias o necesidades económicas de diversos sectores sociales; lo cual puede ser indeseable pero de todas maneras comprensible).
Ahora no hay ningún conflicto social o político. Sin embargo, el país se encuentra enfrentado y semi-paralizado (ahí está la Cámara del Transporte dispuesta a plantear una querella judicial contra los bloqueadoes… Y ahora surge la inesperada exigencia de que la presidenta Jeanine Áñez renuncie, cuando lo más simple es que concluya su mandato interino en dos meses. Y que mientras tanto las energías de las entidades públicas, privadas y sindicales se concentren en prevenir las consecuencias del Coronavirus.
Pero no, parece que la sociedad boliviana necesita vivir en situación de conflicto para reconocerse a sí misma. Cierto que la Cámara de Senadores ha dado un paso adelante viabilizando la celebración prevista de elecciones. Pero falta saber qué dirá la Cámara de Diputados, y sobre todo falta que la COB y las organizaciones del MAS levanten sus bloqueos; que descansen de tanto conflicto, que se alegren de poder resolver sus diferencias por la vía pacífica del voto (que por supuesto no lo resuelve todo, pero por lo menos es compatible con la vida ordenada y tranquila de la población)
Y no es que maldigamos de todo lo que sea conflicto social. En Bolivia nos enorgullecemos de tener una sociedad que no se duerme en sus laureles ni se deja convencer por cualquiera, una sociedad donde nunca faltan las voces críticas, una sociedad difícil de manipular. Hasta ahí muy bien, pero lo que ahora falta es un mínimo de tranquilidad y paciencia para esperar la conformación de un nuevo gobierno democrático y constitucional. Pero no, parece que si no hay paros, bloqueos y amenazas no nos sentimos en casa.
Y los amigos del MAS parecen ser los más preocupados. Se comprende: una vez concluida la gestión presidencial de Evo Morales (inconstitucionalmente alargada), el Movimiento Al Socialismo se siente como huérfano, su nuevo candidato presidencial no resulta del todo convincente, el futuro inmediato se presenta complicado; pero eso no justifica ningún tipo de bloqueo ni de creación artificial de conflictos sociales. Lo que necesitamos ahora es por encima de todo paz social, serenidad política y aceptación de las normas democráticas (que mientras sigamos viviendo en la forma “Estado” son la única salvación). La sociedad boliviana será la que decida con su voto, que por supuesto puede ser equivocado, pero es preferible que nos equvoquemos en paz a que acertemos convirtiendo nuestra vida en una cadena de conflictos.
¿De verdad no lo creen ustedes así, amigos y amigas del MAS?