Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: jueves 13 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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En política se usa de referencia la obra de Giuseppe Tomasi, “El gatopardo”, para señalar que la intención es que cambie todo para que no cambie nada, es una forma de extractar la mentalidad que explica el oportunismo y la hipocresía en las relaciones de poder. Precisamente porque muchos políticos creen que la sagacidad consiste en la habilidad para adaptarse e incluso beneficiarse de las circunstancias adversas, disposición que muchas veces permite a los practicantes y creyentes de esa concepción de la vida, acceder al poder, pero que a la hora de impulsar el cambio social, resulta esa convicción una tara inútil, con la que tienen que luchar quienes buscan un mínimo de trascendencia. Obviamente tiene menos infortunios quien no arriesga nada y se conforma solamente con hacer lo justo, pero cuando surge inevitablemente lo imprevisto, resolver problemas exige tomar partido, apostar por determinadas ideas, dar razones de los actos, aplicar con firmeza ciertos principios, en otras palabras a veces los políticos tienen que “gobernar”, eso significa concretar objetivos y persuadir a los afectados. Esa es la diferencia entre los demagogos y los estadistas, los primeros se sostienen sin sobresaltos cuando hay bonanza, cuando las condiciones son propicias, son los que con frecuencia malgastan recursos, engañan para conseguir adeptos y reparten dádivas para evitar el descontento, pero también son quienes se vuelven odiosos ante la opinión pública, cuando surgen las verdaderas contrariedades y suelen entonces reaccionar con pavor, sí se presenta la exigencia insoslayable de tomar decisiones, pues carecen del coraje que demanda la defensa de toda causa importante. Bolivia se encuentra en un periodo de transición, en el que mayoritariamente existe la esperanza de que se cierre un ciclo autoritario y comience un periodo en el que la democracia se consolide, la coyuntura sin embargo se hizo tan compleja, que permite identificar con extremada facilidad, a los terroristas, los demagogos y a los pocos que tienen liderazgo. Los verdaderos hombres de Estado parecen lunares, en medio del gatopardismo y los grupos subversivos que sueñan con el triunfo de la muerte, por eso desilusiona e inquieta la actitud cínica del Tribunal Supremo Electoral, causa grandes sospechas e intriga la defensa testaruda que hace Carlos Mesa de Salvador Romero, tampoco se entiende la inmutabilidad del Gobierno ante la flagrancia de la violencia y es indignante la desfachatez de la Asamblea Legislativa Plurinacional que solo actúa cuando tiene posibilidades de bloquear y complotar. La lista de estos ejemplos es interminable, en Tarija tenemos un alcalde que persigue pajaritos, cuando debería estar resolviendo los conflictos que tiene el Municipio con sus trabajadores y preocupándose de ajustar los controles en la cuarentena dinámica, para evitar que los contagios sigan aumentando en la provincia Cercado, por el incumplimiento creciente de las normas de bioseguridad. Algunos parecen no percibir el drama que estamos viviendo, actúan como si estuviéramos en circunstancias normales, en las crisis la paciencia es el bien más escaso y lo más importante resulta ser la certeza de que existe una estrategia clara. Que la COB y el Pacto de Unidad arbitrariamente sean los que fijen la fecha de elecciones, daría todo el derecho a los Comités Cívicos para convulsionar el País e imponer su agenda, después de todo en un ámbito donde nadie se quiere mojar los pies para cruzar el río, el mensaje es que no hay árbitro y que por ello el camino sería ejercitar presión y medir fuerzas en las calles, bajo el manoseado pretexto de las urnas.