Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 13 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Curiosamente, el primero en darse cuenta de lo que está haciendo y de lo que puede hacer es Evo Morales y lo admite sin tapujos, en medio de ese mar de contradicciones en el que navega. Primero intenta tomar distancia de las acciones criminales que promueve, afirma que los bloqueos lo perjudican electoralmente, dice que está interesado en ganar las elecciones y por último, promete dejar de torturar al país por dos o tres semanas, lo que confirma que su propósito no tiene nada ver con las urnas ni con la virtual recuperación democrática del poder.
La intención del cocalero es dejar en claro que él es quien sigue gobernando en este país, que puede hacer y deshacer a su antojo y continuar chantajeando a los bolivianos, con la intención de inducir el “Síndrome de Estocolmo”, dejar claro que estábamos mal con él, pero estaremos peor si no satisfacemos sus caprichos.
En este contexto, lo que se necesita es el protagonismo de los que deben darle una señal distinta. No podemos dejar que la ciudadanía se defienda sola, esperar que la fuerza de la gente lo resuelva todo, mientras los líderes políticos miran de palco. Los violentos tienen las de ganar, están buscando que Bolivia se convierta en una tierra de nadie y en ese escenario, el boliviano de a pie no tendrá otra opción que ponerse del lado de los que tienen la sartén por el mango, una olla en la que todos terminaremos quemados por la dictadura.
Sabemos que el MAS no va a dialogar y si lo hace, será por puro efecto mediático, por comprar tiempo, para conseguir más excusas y ponerle más trampas a la democracia. No hay sinceridad en sus intenciones y hacemos mal en confiar que cediendo y satisfaciendo todos sus antojos vamos a progresar en la pacificación y la democratización.
El diálogo de los otros actores políticos será confiable en la medida en que, más allá de sus diferencias, demuestren fuerza y convicción en relación al rumbo del país, en torno a las elecciones, la democratización del país y a la estrategia que se debe seguir con los criminales que buscan la destrucción.
Esa es la señal que están esperando los ciudadanos, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, los agentes productivos y la comunidad internacional. Están esperando un gesto patriótico, único e inconfundible que no deje lugar a dudas de que todos estamos embarcados en un mismo objetivo y es evitar que la dictadura vuelva a adueñarse de nuestro destino.
El diálogo de los actores políticos será confiable en la medida en que, más allá de sus diferencias, demuestren fuerza y convicción en relación al rumbo del país, en torno a las elecciones, la democratización del país y a la estrategia que se debe seguir con los criminales que buscan la destrucción.