Medio: El Día
Fecha de la publicación: martes 11 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Morales dejó un país todavía de pie, con una población capacitada para valerse por sí misma, pues ni se exageró en la repartija de recursos públicos y tampoco hubo expropiaciones y atentados a la propiedad privada como las que se produjo en Venezuela y como está ocurriendo en Argentina en este momento y que hace pronosticar una hecatombe económica, tal vez la peor de la historia del país vecino. De la potencia petrolera caribeña mejor ni hablemos, pues parece condenado a la destrucción total, a convertirse en una nueva Somalia o una Afganistán.
Un virtual retorno de Evo Morales al poder podría cambiar radicalmente las cosas, no necesariamente por su impericia, por el modelo económico y político que lo caracteriza o por cualquier otra razón relacionada directamente con su forma de gobernar. Tampoco vamos a echarle la culpa a la crisis ocasionada por el Covid-19, pues los datos están demostrando que si bien el impacto será muy fuerte, se vislumbra una pronta recuperación. Además, cualquiera que asuma la conducción del país tendrá que lidiar con los mismos problemas, salvo por un gran detalle vinculado al cocalero.
Pese a que siempre se ha dicho que Morales condujo un gobierno fuerte y legítimo, él nunca dejó de ser un rehén de los movimientos sociales, a los que pagó grandes sumas de dinero para que lo apoyen, les regaló privilegios y los hizo cómplices de un despilfarro nunca antes visto. Fue su forma de compensar el regalo que le hicieron en el 2003 y el respaldo militar que le dieron durante 14 años, ya que el cocalero no se hubiera mantenido en el poder, de no haber sido por la fuerza desplegada en tantos eventos en los que se doblegó al pueblo que exigía respeto a la justicia y a la democracia.
Hoy esos movimientos sociales pretenden hacerle un nuevo regalo a Morales, quieren devolverle el poder, pero el cocalero ya no es el mismo de antes y los grupos que convulsionan el país también son distintos. El ex presidente ya no cuenta con la popularidad y la legitimidad de antes y los grupos de violentos han llegado al extremo de la perversión. Aliados con terroristas y narcotraficantes, quieren convertirse en los amos y señores de Bolivia y simplemente usar al gobierno como títere, cosa que no ocurrirá con cualquier otro régimen que surja de las urnas y con el pleno respaldo de la ciudadanía que está tratando de recuperar el estado de derecho.
Si ganan los bloqueadores, tendremos un gobierno sometido a las mafias internas y a poderes externos que también están haciendo fuerza para que se imponga la dictadura en el país. Si dejamos que triunfe el chantaje, nuestro país caerá en manos de la peor estirpe de aventureros que hayamos visto.
Aliados con terroristas y narcotraficantes, quieren convertirse en los amos y señores de Bolivia y simplemente usar gobierno como títere, cosa que no ocurrirá con cualquier otro régimen que surja de las urnas y con el pleno respaldo de la ciudadanía que está tratando de recuperar el estado de derecho.