Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: lunes 10 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El año dos mil veinte nos está obligando a vivir con una intensidad insospechada, de forma que ninguna situación extrema parece ser la última y cuando creíamos que la política era el factor que entorpecía la solución de la crisis sanitaria, terminamos comprendiendo que en Bolivia, la Pandemia es solamente uno de los elementos que hacen a la situación política. Los egoísmos de quienes disputan el poder nos convencen de que sin resolver los conflictos políticos y sociales, es impensable atender la salud y cuidar adecuadamente la vida de las personas, en un contexto donde hay inversión de prioridades e inversión de valores, ya nada sorprende porque durante estos días el vandalismo del MAS se salió de control, mientras el Tribunal Supremo Electoral se rehúsa a impartir justicia constitucional y el Ejecutivo en lugar de imponer la legalidad, convoca a un dialogo donde terminan los invitados pidiendo renunciamientos a la Presidente. Fue un fin de semana en el que el Tribunal Supremo Electoral, se negó a resolver un incidente que definía la suerte de la personería jurídica del M.A.S y anulaba todas sus candidaturas, enviando ese tema inexcusable e impostergable, al Tribunal Constitucional, para que no tenga una resolución y la Sala Plena quede eximida de sus responsabilidades constitucionales, mediante una chicana jurídica que fue ideada por los abogados de Arce Catacora. Después de ese gesto de parcialización, intentaron negociar con el Senado y los dirigentes del M.A.S, la fecha de las elecciones, hasta que sufrieron el desplante de que por una diferencia de quince días en las propuestas, la intransigencia de los bloqueadores derivó en que se rompiera el acuerdo. El Órgano Electoral a estas alturas no parece ofrecer las garantías de transparencia necesarias, dieron el mensaje de que solo dialogan con los que asumen medidas de hecho y a las vez les otorgan concesiones y no tienen pudor de excusarse en la aplicación de la ley, porque todo indica que el cumplimiento de sus deberes, es también materia de debate y un elemento a transar a la hora de negociar. Por otro lado los candidatos, incluida la Presidente, están en cálculos y estrategias que solo ellos entienden, por eso la sensación generalizada ha sido sentir angustia, porque los ciudadanos se sienten solos e inermes, ante los abusos sufridos, que además significaron la pérdida de más de treinta vidas por la falta de oxigeno en los hospitales, a través de bloqueos inmisericordes y actos de vandalismo que transgredieron todos los límites. Tal desesperación de algunos por anteponer sus intereses políticos, a los problemas sanitarios del País, revela que para derrotar al coronavirus, primero tenemos que inocular el virus de la politiquería, pues está resultando más mortífero y se está llevando no solo vidas, sino también las almas de varios que indudablemente carecen de moralidad y no tienen una pizca de decoro. Esta coyuntura es desconcertante, porque acelera los tiempos y parece responder a una realidad abstraída de los noventa mil infectados por Covid – 19 y las tres mil quinientas personas que fallecieron por ese padecimiento, tampoco importan la crisis económica y las necesidades de las grandes mayorías. Un puñado de bloqueadores negocia nuestros derechos y unos cuantos vocales pusilánimes e indolentes, se sienten con facultades para definir las condiciones en la que entregaremos nuestros votos, olvidan que es fácil prender el fuego y es muy difícil después controlar los incendios, sobre todo ahora que los vientos son de agosto y después de que las pititas fueron en octubre.