Un aniversario en que cabe recordar que el deber de todo boliviano es amar y honrar a Bolivia, servirla y preservarla de todo peligro interno o externo; deber de cuidar de ella y sus libertades e independencia, de cuidar que todos sus habitantes cuenten con los beneficios de la democracia y los derechos de vivir en armonía y paz, que nada perturbe su desarrollo y progreso, que todos contribuyamos a cumplir los mandatos de los Libertadores Bolívar y Sucre que han fundado este país para que sea digno, progresista, desarrollado, culto y disciplinado con miras a labrar la felicidad de todos sus habitantes y generaciones futuras. Esos mandatos están en la conciencia de todos los habitantes; pero, lamentablemente, intereses creados y conductas mezquinas impiden que todo ello sea realidad y se converge a que todo resulte contrario a lo que pidieron los fundadores.

Ahora, al haber llegado al l95 aniversario de la amada patria, lo que corresponde es que la mayoría de los bolivianos condenemos todo lo que es contrario al bien común. Es importante que los grupos disociadores de la libertad y la democracia dejen de tener relevancia y no adquieran mayor fuerza porque buscan la disociación de todos los habitantes para conseguir la satisfacción de sus intereses y volver al gobierno con el que hicieron en su momento una mesa de festín irresponsable, disociador y que utilizando los medios financieros los gastaron discrecionalmente en lugar de realizar obras con recursos cuantiosos que rara vez había tenido la nación.

Bolivia es Patria de todos los que la aman y sirven, de quienes buscan su desarrollo y progreso, de quienes están dispuestos a extrañar lo que le haga daño y la perjudique, que quienes no convienen en que debe ser amada y respetada abandonen posiciones demagógicas y anárquicas que solamente causan daño y postergan todo desarrollo y progreso. Bolivia no puede ser refugio de odios y rencores, de complejos y ambiciones desmedidas y contrarias al bien del pueblo. No puede ni debe ser espacio propicio para los que buscan el retorno de ideologías que han causado daños a pueblos y naciones.

Bolivia es, pues, la madre que cobija a hijos que la respetan, aman y están dispuestos a derrotar a todo mal que la amenace o disminuya sus posibilidades de desarrollo y progreso sostenidos mediante la educación y la cultura, con sus habitantes plenos de salud y que tengan como premisa el bien de todos hasta conseguir que quienes están en caminos descarriados por la demagogia y la anarquía vuelvan a los cauces que un destino común del país exige.