Medio: Correo del Sur
Fecha de la publicación: viernes 11 de mayo de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Conflictos limítrofes
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Hasta ahora, Potosí ostenta el dudoso honor de haber protagonizado las huelgas más largas de la historia boliviana, la de 2010, que duró 19 días, y la de 2015, que alcanzó a 27.
Con la distancia que impone el paso del tiempo, ahora se ve que esas largas paralizaciones causaron más daño que beneficio. Es cierto que, finalmente, Potosí se hizo escuchar pero fue a un muy alto precio porque, hasta ahora, los operadores de servicios turísticos deben esforzarse para vender sus paquetes pues en el exterior existe el criterio generalizado de que la Villa Imperial es un interesante lugar para visitar pero también conflictivo e incluso peligroso.
En Sucre y Chuquisaca ya se advierte cansancio en algunos sectores de la población. Sin embargo, la asamblea de instituciones, avivada por otros sectores que no quieren levantar las medidas, decidió mantener la huelga general indefinida. Si a eso se suma el hecho de que se convoca a un cabildo abierto para el martes, entonces podemos dar por hecho que las presiones se mantendrán hasta ese día. Para entonces, y tomando en cuenta el día de declaratoria de la huelga, se habrá cumplido 15 días de paralización de labores… y del aparato productivo regional. Como se ve, el conflicto chuquisaqueño se está pareciendo cada vez más al potosino.
En una situación como la presente, las medidas paliativas, como la flexibilización de los bloqueos en la capital durante el fin de semana y la apertura de caminos interprovinciales para el paso de alimentos, no son una garantía de alivio así representen un respiro para la población. Hay que tomar en cuenta que, por los días transcurridos, la mecánica del comercio ya ha sido afectada y solo podrá recuperarse con el retorno a la normalidad. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que en este tipo de conflictos surgen redes clandestinas que venden los alimentos y productos necesarios para la subsistencia a un precio muy superior al real. Sucedió en Potosí y a los dirigentes les corresponde evitar que pase lo mismo en Chuquisaca.
Pero también hay que tomar en cuenta el detalle de la efectividad de la medida. Si se toma como parámetro la última huelga potosina, la de los 27 días, habrá que recordar que el Gobierno sólo comenzó a escuchar a los cívicos cuando estos realizaron una marcha a La Paz y desarrollaron protestas en esa ciudad, concretamente marchas en las que hubo profusión de dinamitazos por parte de los manifestantes y represión gubernamental. Mientras duró la huelga en la región, el Gobierno hizo oídos sordos.
Esa experiencia demuestra que las huelgas regionales no son efectivas, por lo menos no con este Gobierno. La afectada por el paro es la gente que no tiene un empleo fijo y vive del día. Los que tienen trabajo cobrarán a fin de mes, aunque no hayan trabajado. Los minoristas, esos que no tienen sueldo ni gozarán de un segundo aguinaldo, son las verdaderas víctimas de esta movilización.
La afectada por el paro es la gente que no tiene un empleo fijo y vive del día. Los que tienen trabajo cobrarán a fin de mes, aunque no hayan trabajado. Los minoristas, esos que no tienen sueldo ni gozarán de un segundo aguinaldo, son las verdaderas víctimas de esta movilización