Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: jueves 06 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
En homenaje a la Patria, Página Siete publicó en la víspera un producto especial en el que se cuentan nueve historias de bolivianos que se reinventaron para sacar adelante a sus familias. Eran músicos, profesionales o futbolistas y de la noche a la mañana se convirtieron en confeccionistas, cocineros, taxistas o deliverys.
Son nueve porque nueve son los departamentos de Bolivia, pero bien podrían ser miles, porque así son la mayoría de los bolivianos: emprendedores, trabajadores y esforzados. Son los bolivianos que construyen.
El grupo cumbiero Sabor Sabor puso una empresa de radiotaxi y ahora transporta a los cochabambinos. Una metamorfosis parecida le ocurrió al “templo del rock” en Potosí, cuyo propietario puso un negocio de carmes a la parrilla.
Los futbolistas no se quedan atrás. El jugador de Guabirá Fran Supayabe tiene un negocio de venta de pan en Montero, mientras que Luis Vargas, exjugador de Bolívar y de Always Ready, ahora hace hamburguesas en Tarija.
Los confeccionistas también tienen inspiradoras historias. En La Paz, el taller Bordados Colonial ahora borda barbijos con motivos folklóricos. En Sucre, Roberty Tórrez y su esposo, ambos profesionales, desempolvaron unas máquinas de coser y se pusieron a hacer mascarillas.
Los ingenieros también mostraron su ingenio innato. En Pando una ingeniera tuvo que emprender un negocio de hamburguesas. Y en Oruro, un agrónomo se convirtió en delivery. Pero, quien rompió todos los esquemas con su reinvención fue el estilista Iván Navia, de Cochabamba, que convirtió su vieja camioneta en un salón de belleza móvil. Nadie puede decir que a los bolivianos les falta inventiva y fuerza para trabajar. Nadie puede decir que este 6 de agosto no tenemos nada para festejar.
Pero, la Patria también tiene hijos que en vez de construir se ocupan de destruir, tal como demostraron en las últimas horas los que dinamitaron un cerro para garantizar un bloqueo exitoso, los que incendiaron el monte en Samaipata, los que cavaron zanjas para impedir el acceso a una planta de oxígeno, los que bloquean en las carreteras impidiendo que pasen los insumos médicos, los que viven en las ciudades azuzando a los bloqueadores por redes sociales y, sobre todo, el que habita en una mansión en Buenos Aires dando órdenes para recuperar la silla perdida.
El bloqueo iniciado esta semana para rechazar la postergación de las elecciones es criminal. En plena pandemia lo que se requiere es empatía ciudadana, liderazgo político y acciones conjuntas para salir de la crisis. Pero, lo que hay de parte del MAS es una estrategia para terminar de asfixiar a los bolivianos y de paso, ponerle zancadillas a la candidata Jeanine Añez.
El Gobierno, por su parte, divide una atención que debiera estar exclusivamente dedicada a la gestión de esta múltiple crisis, en sus intereses político electorales, con lo que la orfandad de los bolivianos es mayor.
El bloqueo, que parece una fuerte réplica de los sucesos de octubre y noviembre, está dejando a las ciudades y, particularmente a La Paz, sin alimentos, sin gas licuado y sin gasolina. La estrategia del cerco a las ciudades está en marcha otra vez, ante la vista y paciencia de una comunidad internacional que, cuando se trata de vulneración de derechos de los masistas, reacciona airada, pero cuando los masistas violan los derechos de los demás bolivianos, tarda en reaccionar o lo hace con la tibieza de quien justifica los hechos.
Este 6 de agosto nos encuentra peor que en la guerra, pero no deja de recordarnos que hay hombres y mujeres que, pese a la adversidad, construyen y hacen Patria. Nuestro homenaje para ellos y nuestro repudio para los otros.