Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 06 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Tal vez haya una estrategia oculta que nadie consigue comprender, salvo un analista cochabambino, quien afirmó que el partido del cocalero está buscando la máxima propagación del Coronavirus en el país y para cuando toque ir a votar, muchos estarán muertos, enfermos o demasiado asustados como para acudir a las urnas, salvo claro, los masistas, que no tienen miedo, que no creen en la peste y que dicen estar blindados por los brebajes y sustancias que consumen asiduamente.
La idea parece siniestra, pero qué más deplorable que lo que hacen los bloqueadores, que siguen instrucciones del cocalero prófugo, cuya indolencia es satánica con las ambulancias, con los enfermos que son trasladados a los hospitales, con el personal médico y los cargamentos de oxígeno, tan vitales en las actuales circunstancias.
Digamos que nada de esto nos sorprende. Finalmente se está cumpliendo el propósito de Evo Morales de cercar y matar de hambre a las ciudades, a lo que se suma hoy la amenaza de aniquilación por la vía de la complicidad con un enemigo mortal como el Covid-19. El escenario no podría ser más favorable para que el cocalero haga lo que mejor sabe, aprovecharse de un gobierno débil, sin norte y acechado por graves problemas que no sabe resolver. Eso lo hizo siempre y su éxito ha sido no darle la menor chance a la democracia boliviana que desde 1982 lucha por sobrevivir en medio de la hostilidad de la “patria sindical”, una mafia que nos mantiene de rehenes a los bolivianos.
Desde que asumió el poder en 2006, Evo Morales ya no es más un mero sindicalista y sabe que la lógica que aplica dentro de una federación cocalera o la que siempre usó para lograr sus conquistas, no es la misma que lo llevó a la presidencia y la que debe usar para recuperar el sillón que tanto añora. Por más odio y desprecio que sienta por las leyes y por la democracia, no tiene otra opción que respetar las reglas de juego y suficiente tiene con no haber aceptado la decisión del pueblo que se expresó en el referéndum del 21F o cuando quiso apelar al fraude para mantenerse en la presidencia.
Lo que hace hoy, a muy poco tiempo de las elecciones que tanto reclama, es precisamente, darse un tiro en el pie. El MAS no va a convencer a nadie que es la mejor opción para el país, cuando está embarrando aún más la desastrosa imagen que dejó al tiempo de abandonar el Gobierno, sumido en el fraude, el terrorismo y las amenazas de destruir las ciudades. Queremos creer que se trata de un nuevo error de cálculo como el que ya cometió en febrero de 2016 y en octubre de 2019. A no ser que estén volando por esas cabezas ideas mucho más siniestras, pero mucho más inviables.
El MAS no va a convencer a nadie que es la mejor opción para el país, cuando está embarrando aún más la desastrosa imagen que dejó al tiempo de abandonar el Gobierno, sumido en el fraude, el terrorismo y las amenazas de destruir las ciudades. Queremos creer que se trata de un nuevo error de cálculo como el que ya cometió en febrero de 2016 y en octubre de 2019. A no ser que estén volando por esas cabezas ideas mucho más siniestras, pero mucho más inviables.