Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: martes 04 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Mientras en la protesta hostigaban a la gente y destruían bienes públicos, tales dirigentes anunciaron los bloqueos de caminos y pedían a la gente prepararse para enfrentar un cerco a las ciudades, que recordaba los términos en los que Morales planteaba en noviembre del año pasado, el hostigamiento a sus oponentes mientras llamaba desde México a su correligionario Faustino Yucra. Llegó el tan anunciado martes y las movilizaciones fueron un fracaso, salvo algunos puntos en La Paz, Oruro y en el Chapare, la jornada fue absolutamente normal, quedando demostrado que el contexto ahora es diferente y el apoyo al M.A.S se reduce a los sectores y localidades más radicales, por eso quienes abogan por la intimidación, como método para acceder al poder, se encuentran desorientados y están cada vez más alejados de la realidad y de las necesidades de la gente. Está claro que no serán las amenazas, las que definan la correlación de fuerzas en la coyuntura actual, el «Pacto de Unidad» ya no es un factor de poder y las banderas del miedo ahora no sirven para presionar a las instituciones y torcer la legalidad, en estos días se tiene que dictaminar respecto a la participación del masismo en las elecciones, toda vez que puede perder su personería jurídica, por esa razón algunos intentan generar una atmosfera de intranquilidad y de alguna manera ejercer presión en una decisión, que inexorablemente tiene que resolver una cuestión que tiene precedentes claros. La violencia y las acciones de hecho, seguramente tendrán consecuencias políticas, pues no debe ser redituable hacer proselitismo dañando la salud de la gente, en la localidad de Confital por ejemplo, el bloqueo impidió que llegaran tanques de oxigeno a Oruro, perjudicando a los hospitales que atienden infectados de coronavirus. La situación política en esos términos genera hastío, pues cualquiera que tenga un mínimo de respeto por los demás, comprende que muchas familias están viviendo una tragedia y por eso resulta indignante aquella banalización del dolor, a causa de intereses sectarios y una forma abusiva de practicar la política, que además es intolerable porque nos encontramos ante una crisis sanitaria y una recesión económica. Desconocer las prioridades y sentimientos de las mayorías, hace un ruido que fastidia e inclusive aturde, pues la paciencia ante una lógica tan retorcida, tiene los límites que impone el sentido común, pareciera que esa apuesta tiene un costo cada vez mayor, es paradójico que tengan tanta complejidad las circunstancias que nos afectan y que a los problemas se sumen actitudes inaceptables. No es con tozudez que se abren las puertas y se encuentran las salidas, tampoco es con mezquindades que se consiguen adhesiones, haciendo ruido no se convoca al sosiego, ojalá los resultados sirvan de lección para quienes deberían adoptar otros caminos, toda vez que lo único seguro es que hay una transformación y ante tantas adversidades, las expectativas solo admiten la posibilidad de que cualquier cambio sea para mejorar, pues el que nada contra la corriente termina ahogándose.