Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 04 de agosto de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Desde hace cinco meses, o un poco más, nos informamos por la televisión, radios y periódicos sobre la víctimas que provoca la expansión del coronavirus. Nos enteramos de los indicadores y sobre cuándo estaremos en el pico más alto de la infección. Sobre esa base se debatió la fecha de las elecciones presidenciales. Se optó por mover del 6 de septiembre al 18 de octubre. Los ciudadanos seguimos atentamente dicha discusión, no tanto por las elecciones en sí misma, sino por enterarse un poco más sobre la enfermedad.
También nos enteramos que personalidades del ámbito de la cultura, deportes y política quedan infectados por el virus que deambula por las calles y sobre cuántos de ellos fallecieron. Todos los días nos enteramos de los decesos de médicos y personal hospitalario que están combatiendo al Covid – 19 en primera fila, y de los policías que están en las calles, intentando meternos en nuestras casas para que no nos contagiemos.
Ya son más de cuatro meses que los bolivianos estamos refugiados en nuestras casas y cuando salimos lo hacemos con temor y con ropa denominada de bioseguridad, barbijo y lentes. El flujo de personas que circulan por las calles a pie o en vehículos se redujo sustancialmente.
Toda la gente está pendiente del colapso de los pocos hospitales que nos heredó la anterior gestión gubernamental; no hicieron un seguimiento a la falta de respiradores y la poca dotación de equipos y protección del personal encargado de la atención de los infectados.
Los estadios, cines, teatro y discotecas están cerrados para evitar la aglomeración de las personas, debido a que en esos sitios se crea el ambiente propicio para el contagio con el coronavirus. Es más, muchos de los centros de trabajo han sido cerrados para prevenir el contagio, esto ha empujado a muchas personas a la calle y ahora están desempleados. Pero la protesta es mínima y la COB ni se ha pronunciado sobre la rebaja de salarios y los despidos.
Por todos esos acontecimientos, ahora cotidianos, nadie puede argumentar que no conoce de los peligros que provoca estar en la calle y, peor aún, sin respetar el famoso distanciamiento físico. Los dirigentes de la principal organización de los trabajadores que leen los periódicos en varios formatos (impreso, digital) y que ven y escuchan los noticieros televisivos y de radio no pueden alegar que desconocen los peligros emergentes del Covid – 19. Son estos mismos dirigentes informados los que convocan a un cabildo de trabajadores y organizaciones sociales para oponerse al cambio de fecha electoral únicamente por razones políticas.
Me parece más que un despropósito, una actitud política infantil que yo la defino como una canallada de la COB; no otra cosa se puede decir cuando una institución de una tradición histórica impecable llama, por razones políticas, a marchar o manifestarse en la calle como si no viviéramos una pandemia. Felizmente que la asistencia fue muy esmirriada.
La Defensora del Pueblo no ha realizado ninguna declaración en contra de la actitud de la dirigencia sindical y en defensa de los ciudadanos que luchan por sobrevivir. Por ello creo que las personas que hayan asistido a la convocatoria y ahora tengan síntomas del Covid – 19 pueden ir a la Defensoría del Pueblo y de ahí a la sede sindical a reclamar su tratamiento; o, en su caso, los familiares a solicitar su apoyo por plasma inmune o sus gastos de cremación.
La COB debería estar preocupada por cómo se recuperan los empleos perdidos, por cómo se podrán reponer los salarios rebajados, por cómo debe ser la jornada laboral emergente del Covid - 19, en el cómo se debe proteger a los trabajadores de salud. En fin, hay tantos temas que están en la mesa de debate en las empresas, entre trabajadores y empleadores, y que la COBid no la toma en cuenta. La actitud cobista lo único que hace es profundizar la crisis sindical.