Medio: El Día
Fecha de la publicación: sábado 18 de julio de 2020
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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El delito cometido por Arce Catacora es muy grave, está establecido en el artículo 136 de la Ley del Régimen Electoral aprobado en el régimen anterior y en su inciso tercero afirma que “las organizaciones políticas que difundan resultados de estudios de opinión en materia electoral, por cualquier medio, serán sancionadas por el Órgano Electoral Plurinacional con la cancelación inmediata de su personalidad jurídica”.
Decimos que es muy grave, porque en 2015 se aplicó de una manera drástica en contra del postulante a gobernador por el Beni. El 21 de marzo de ese año, el Tribunal Supremo Electoral anuló la candidatura del opositor Ernesto Suárez, a quien las encuestas daban por virtual vencedor de los comicios departamentales.
El MAS no pudo apoderarse del Beni en las urnas. Lo hizo a través de un escandaloso fraude que acabó con la posesión de Alex Ferrier, uno de los primeros en renunciar después de la huida del cocalero. La gestión del impostor fue desastrosa y fue el punto de partida de un proceso de inestabilidad que no se ha detenido hasta el momento. El gobierno anterior hizo todo por conquistar el territorio beniano, que era vital (al igual que Pando) para consolidar su geopolítica narco-cocalera. Únicamente se impuso por la fuerza y la prueba de que no le interesaba el bienestar de la población ha quedado patente en los estragos que hizo el Covid-19 en aquella región.
Abundamos en detalles de lo que pasó en el 2015, porque retrata de cuerpo entero el modus operandi del MAS, sus maniobras y trampas que aplicó para conquistar el poder. No podemos dejar de mencionar cómo el ex ministro Juan Ramón Quintana, quien operaba como un emperador en la Amazonia boliviana, se burlaba de lo sucedido con la candidatura de Ernesto Suárez y le pedía a los Demócratas “no lloriquear” por lo sucedido. Era la reacción de un bandido que ha ganado de manera malsana una pelea callejera.
El MAS sigue actuando de la misma manera con sus adversarios, con el país y con la gente. Ha perdido el gobierno, pero todavía tiene mucha capacidad de hacer daño y lo sigue haciendo sin ningún miramiento; sigue actuando como una organización criminal y apelará a todas las artimañas posibles para recobrar su botín político.
¿Nos vamos a deshacer del MAS si aplicamos la inhabilitación? ¿Cesará su sed de venganza y su angurria por el poder si alguno de los candidatos le gana limpiamente en las próximas elecciones? ¿Dejará de mortificar al país desde su lugar en la oposición? La respuesta es obvia y a los bolivianos nos obliga a tener una mirada de largo aliento y a construir un proceso genuino de democratización que no ayude a borrar el trauma de la tiranía masista.
El MAS sigue actuando de la misma manera con sus adversarios, con el país y con la gente. Ha perdido el gobierno, pero todavía tiene mucha capacidad de hacer daño y lo sigue haciendo sin ningún miramiento; sigue actuando como una organización criminal y apelará a todas las artimañas posibles para recobrar su botín político.