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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 08 de mayo de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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LA ESCARAMUZA
El pueblo: del MNR al MAS
El pueblo es, sin la menor duda, el freudiano “objeto del deseo” en la política; sin embargo, dependiendo de la orientación ideológica o de sus variantes, el concepto sufre alteraciones, que en última instancia definen todo el corpus de la acción política. Como sostiene Panizza, para cada proyecto político su significado obedece a una construcción deliberada, ajustada a sus objetivos estratégicos y su propia concepción del poder. Desde esta perspectiva, resulta interesante comparar lo que el MNR definía como “pueblo” y la definición masista.
El “pueblo” era para el MNR la posibilidad de construir una sociedad civil en el horizonte de una alianza de clases, en la que las diferencias de orden étnico o racial se supeditaban a la necesidad del orden capitalista en los marcos de la modernidad de occidente. El pueblo del MNR era una dimensión envolvente en que todos tenían cabida bajo los términos que impone una sociedad de clases. Se suponía que los pobres, que en su mayoría eran indígenas, harían parte de una sociedad moderna en calidad de “trabajadores del campo” o de forma menos precisa, pero más efectiva, “campesinos”.
Para el MAS en cambio, la categoría “pueblo” sólo puede expresarse como raza. Lo esencial del “pueblo” reside en las particularidades de su cultura y de su condición de ancestralidad, de manera que la génesis del término supone una relación de subordinación racial. El “pueblo” –para el MAS- está constituido por las víctimas de los sucesivos procesos de dominación cultural, económica y política bajo los esquemas de una colonialidad interna administrada por el mestizo blancoide que devino en mestizo.
La construcción histórica del concepto de pueblo que maneja el nacionalismo revolucionario estaba básicamente ligada a la necesidad de reconstruir un Estado agotado en las formas coloniales que había impuesto la “oligarquía minero-feudal” y habían consolidado los liberales de 899. Se trataba de un esfuerzo que repensaba la nación en los términos de una modernidad capitalista, una acción de clase (pequeña burguesa) que añoraba una nación a la imagen y semejanza de las grandes naciones del occidente victorioso. Para el MAS se trata de un proceso de reconstrucción inversa. Su concepto no pasa por el esfuerzo de reconstruir la nación en la perspectiva de estas potencias, sino al contrario, el pueblo pasa por recuperar las cualidades de los imperios ancestrales en que, al menos como discurso, todos fueron felices.
La construcción de la categoría “pueblo” supone en cada caso una reinvención particular de los actores que actúan en el proceso histórico: el “nosotros” y “el otro”. El nacionalismo revolucionario fue exitoso en reinventar la presencia de las clases sociales, el “otro” estaba constituido por el “gringo” explotador secundado por la “rosca”, el pueblo era la totalidad de los bolivianos, víctimas del imperialismo.
El MAS reinventa las razas y al hacerlo construye un “otro” encarnado en las fuerzas exógenas que suponen el imperialismo –gringos en primera fila- y los que en su criterio se habían beneficiado de las dádivas imperiales: el khara identificado por la “blanquitud” de su piel. El enemigo interno gozaba de un “capital de blanquitud” y, en consecuencia, los mestizos y los gringos formaban aquel “otro”. El pueblo estaba constituido, en términos generales, por lo indígena originario-campesinos, los obreros, el lumpen y todo ciudadano empobrecido que no mostrará rasgos raciales. De ahí que el sustento social del régimen se asienta de forma sistemática en lo que se ha dado en llamar “movimientos sociales”, que son, en todo caso, corporaciones de extracción indígena fuertemente ligadas al poder del Estado.
Comprender la diferencia en las definiciones y sus implicaciones explica de buena manera la orientación general del poder en uno y otro caso. El MNR fue un populismo de clase, el MAS es un populismo de raza. Entre ambos se juega la posibilidad de una modernidad moderna o de una ancestralidad retrograda.
Renzo Abruzzese es sociólogo.