Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 16 de noviembre de 2017
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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Autoritarismo, acaparamiento y un afanoso sistema de anquilosamiento que ennegrecía la razón y la esperanza.
Fahrenheit 451, es una novela que no sólo hace referencia a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y se quema. Sino también a ese insoportable sofocamiento de los sistemas políticos mesiánicos e impostores que cuando imponen su ley, devastan y deterioran la armonía. Entonces es cuando la temperatura cambia su intensidad y las lenguas de fuego alcanzas las de las libertades y la democracia.
En esa sociedad distópica, los bomberos tienen la obligación de quemar libros, pues según su gobierno, leerlos imposibilita ser felices, los sume en una constante incertidumbre y los convierte en seres diferentes unos de otros, cuando en realidad deben ser iguales y tener una misma forma de pensar y actuar, similar a un rebaño de borregos, balando la sumisión.
Pero con frecuencia la realidad supera a la ficción. La referencia de Fahrenheit 451 se acomoda a muchos episodios nefastos de la historia: la censura de libros en Estados Unidos, la quema de libros en la Alemania nazi, los gobiernos de facto en Latinoamérica, Bolivia incluida, que imponían su poder a través de la muerte, y este presente que se avizora autócrata y que ya clava su afilado dedo autoritario en el corazón del disenso, la alternancia y la decisión del supremo que dijo un NO rotundo a la reelección de Evo Morales Ayma el pasado 21-F.
Fahrenheit 451, paradójicamente, es símbolo de libertad, de ironía y de crítica a sistemas de gobierno manejados por el mandamás que tiembla como un ratón cuando hay redoble de tambores en las filas de los que se oponen a las cortapisas y reclaman su derecho a ser felices en libertad.
‘La lectura y la información fidedigna en la sociedad provocan angustia en las personas con poder ’. Cuanto menos se lea y se esté desinformado, más será el sometimiento.
Esta es, sin duda, una forma de adormecer la palabra, privar de libertades, es privar del derecho a razonar y discernir. El Big Brother se desata en ira cuando hay desacato y balido ambivalente. Debe existir un silencio unísono y una ‘armónica’ aceptación. Los que no están con “el proceso de cambio” están con el imperialismo o la oposición desestabilizadora, entonces son declarados enemigos del ‘cambio’ y vendepatrias.
Geroge Orwell tiene razón cundo plantea en “1984” círculos de poder exclusivos, corruptos y excluyentes que no hacen otra cosa que filtrar las acciones, las libertades, apartando de la participación democrática a todo un pueblo, marginándolo y atemorizándolo con la mirada omnipresente del gran hermano. Los proles, como los llama Orwell, están predestinados a la miseria y a la intimidación, impidiéndoles desarrollar un pensamiento crítico. El estado se encarga de anular todo derecho y los predestina a una vida sin esperanzas.
El rostro afable de un libro abierto, la educación persistente, o la búsqueda de la información veraz, deben ser el prólogo de la verdad y la libertad.
Solamente la lectura: la lucha por salvar sus líneas, sus párrafos, su contenido valioso, la claridad e imparcialidad en el mensaje. El carácter crítico que da el estar bien informados, nos quitarán el velo y nos despojarán de mitos, de aparecidos, de chamanes, de magos y de ególatras que predican la eternidad y que sin ellos la vida y el devenir valen poco más que una pipoca.
Evo Morales y el MAS se han encargado de minar el disenso y la pluralidad de ideas, el debate político público y la libertad a asumir una opinión o posiciones diferentes. Evo, ha logrado concentrar el poder político, económico y mediático, utilizando el consentimiento y la aceptación de sus ‘bases’ como coartada ‘legítima y participativa’ para asumir determinaciones taxativas y autoritarias.
Su visión ubicua sobre democracia está referida a una elite que legitima exabruptos y que además está hecha a imagen y semejanza del jefazo.
Más allá del reclamo democrático de los bolivianos por hacer que se respete la decisión del 21-F, también está la exigencia a una solidez en las instituciones. Ya no son las derechas ni las izquierdas las cuestionadas, son las elites creadas por este gobierno que están erosionando todas las estructuras fundamentales. Yo, como boliviano, presidente Morales, tengo derecho a una democracia participativa, en donde no solo cuente mi voto, libre y soberano que coadyuve a la elección de los gobernantes por períodos constitucionales, también está mi libertad irrestricta a disentir a través de la palabra y el debate. Usted, como Presidente, tiene la obligación de promover la democracia, la alternancia, apegarse a las leyes y sustentarlas por encima de cualquier poder unilateral, mesiánico y elites sociales o económicas.
“La política de una democracia que implica desacuerdo, que promueve la sinceridad, ha sido sustituida por la psicoterapia. Lloremos juntos. Pero no seamos todos juntos unos estúpidos”. ¡Cuanta razón tenía Susan Sontag!
¿A qué temperatura se quema la democracia, presidente Evo?
- "Por encima de lo jurídico, es lo político (...) cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal, bueno, yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?"
- "Estar sometidos a las leyes es perjudicarnos. Aunque digan que es inconstitucional nuestros decretos, nuestros hechos, no importa (...) No hay que esperar las leyes, hay que seguir trabajando con decisiones políticas, y si nos demandan de inconstitucionalidad nuestros Decretos Supremos, será el pueblo quien juzgue".
"¿Existe el Gran Hermano?" - Winston -"Claro que existe. El Partido existe. El Gran Hermano es la encarnación del partido." - O'Brien -"¿Existe en el mismo sentido en que yo existo?" - Winston -"Tú no existes." - O'Brien (1984).
El autor es comunicador social