Medio: La Patria
Fecha de la publicación: jueves 14 de mayo de 2020
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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En nuestro país, quiérase o no, prevalecen los "instintos politiqueros" que se mueven por ciertos intereses y afloran con fuerza en periodos pre electorales como el que comenzamos a vivir antes de que la pandemia mundial que generó un virus chino, obligue a poner en canastillos de algunos escritorios, los planes políticos que se perfilaban para una intensa campaña con miras a renovar la cabeza del poder ejecutivo del país.
Todo marchaba con regularidad controlada, soportando algunas críticas de un resabio partidario que por esos golpes de suerte democrática, se quedaron en el legislativo con mayoría y todo, para alterar las funciones del Gobierno y poner al Estado en zozobra constante, con una serie de acciones que por sus características, son propias de un partido que funcionó de a malas pero escudándose hábilmente en la democracia vigente.
Cayó un sistema de intolerancia, de gastos indebidos, que priorizó las "canchitas alfombradas y descuidó la infraestructura hospitalaria para dar seguridad a millones de bolivianos, hombres y mujeres que ahora con un virus que transita por las calles, obliga a tomar recaudos para evitarlo, porque además no hay centros hospitalarios para acoger y tratar a los contagiados, pese a que periodos de bonanza, generaron muchos ingresos que se perdieron en gastos suntuarios, con el resultado actual, canchitas que no pueden albergar a enfermos y alfombras de pasto sintético que no sirven en hospitales.
Ésta serie de hechos mantiene latente el interés ciudadano en la perspectiva electoral, pensando en un cambio de personas, que renueven los maleadas estructuras de un sistema que sigue siendo pesada carga para el actual gobierno de transición, que sufre el embate de cuadrillas de malhechores aleccionados por políticos huidizos y resentidos.
Un proceso encomendado por las circunstancias para renovar el poder central, fue interrumpido por la pandemia mundial, pero se retornará al cumplimiento de metas políticas, una vez que se controle el mal que nos amenaza y que no puede combatirse con amenazas, bloqueos, ataques a la propiedad pública y privada, pretendiendo satisfacer demandas propias de una criticable estrechez partidaria, reñida con la democracia y los derechos ciudadanos.
Como están las cosas, hay una pausa obligada en la programación política nacional, las elecciones deben esperar un tiempo propicio para dar libertad de acción a candidatos que ofrecerán sus propuestas, mientras un electorado seguro y sano, deberá ser parte responsable de la elección de nuevos gobernantes. El tema es de paciencia, tolerancia, respeto y cumplimiento de la obligación suprema de llegar a nuevas elecciones, pero en condiciones de total seguridad, respeto y libertad.
Es tiempo que las autoridades del Gobierno de Transición, adopten las medidas necesarias para frenar los irresponsables impulsos de una sector minoritario que altera la paz ciudadana, daña los bienes públicos y pone en zozobra a un colectivo ciudadano que ya tiene bastante con, cuarentenas, restringidos servicios hospitalarios y todavía debe enfrentar a malhechores peligrosos que deben ser reprimidos y puestos a buen recaudo.