Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 15 de abril de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Si no aprendemos de nuestros errores, será difícil salvar vidas esta vez. En Agosto del año pasado nos unimos para combatir un enemigo que también estaba fuera de nuestro control: los incendios. Es la segunda vez en menos de un año que Bolivia enfrenta una crisis causada por un oponente letal que no sabe de partidos ni ideologías. Y es la segunda vez en que quienes tienen un rol importante para frenar dicha crisis también tienen intereses electorales, los cuales de alguna forma impactan su desempeño.
Tenemos que evitar cometer los mismos errores. En el caso de la Chiquitanía, expertos indicaron que fueron las lluvias las que dieron fin a los incendios y no así la gestión estatal. Sin embargo, si el gobierno de Morales hubiera respondido de forma responsable y rápida, mínimamente podríamos haber salvado las vidas de nuestros bomberos. Este año las características de la crisis del coronavirus son distintas, así como lo es el Ejecutivo del país, pero hay lecciones que se deben rescatar.
Primero, la necesidad de unidad, organización y disciplina en las distintas entidades gubernamentales que abordan la crisis. Durante la crisis de los incendios muchos voluntarios notamos cómo algunas municipalidades de las zonas afectadas, obedientes al partido oficialista, se negaban a hacer la declaratoria de desastre en su localidad. Esto dificultaba el trabajo del COED y de distintas entidades que deseábamos ayudar a gestionar donaciones y equipar bomberos.
En una situación de crisis como la que enfrentamos el año pasado y la que enfrentamos hoy, el tiempo es un recurso limitado que puede definir vida o muerte en función a qué tan constructivamente se lo use. Por lo tanto, es prioritario lograr una unidad operativa y altruista entre quienes tradicionalmente se consideran rivales, lo cual implica trabajo y voluntad de todas las partes. Se tardó semanas para lograr esto en la Chiquitanía, ¿se está logrando hoy?
En La Paz se nota una clara fractura con el Sedes, donde el mismo director Valle reconoció casos de descoordinación previos a su posesión. El Ministro Arias ha advertido sobre fallas en los mandos medios de la institución, al mismo tiempo que anunció acciones contundentes al respecto. Situaciones similares se dan en otros lugares. A tiempo de coordinar nuestro apoyo a médicos en Potosí y Chuquisaca, hemos escuchado quejas respecto al trabajo de los Sedes en tales departamentos.
Más allá de las divisiones partidarias, estas dificultades de coordinación deben solucionarse de forma inmediata y para ello el primer paso es la denuncia. Es imperativo entender que dificultar el trabajo relacionado al coronavirus no es un daño a un partido o gobierno sino a la salud de toda la población boliviana. Separar intereses y rédito partidario es aún más difícil en épocas pre-electorales, por lo cual el trabajo de fiscalización y control ciudadano se debe redoblar.
En ese sentido, el caso de Santa Cruz expone lo bueno, lo malo y lo lamentable de esta crisis. Lo bueno es, una vez más, ver la respuesta solidaria de la sociedad civil. Más allá de la imagen de élites económicas que el país tiende a ver en Santa Cruz, hay una ciudadanía joven, activa y que sí piensa en colectividad. Esta juventud se movilizó de forma voluntaria durante los incendios y está activa hoy ayudando a equipar hospitales y donar alimentos. Lo malo es una vez más la falta de coordinación, con episodios como el del 17 de Marzo, cuando la arquitecta Sosa declaró cuarentena sin tener la aprobación del consejo. Y lo lamentable es que una vez más Santa Cruz enfrenta una crisis con un alcalde ausente. Por esto mismo la transparencia es más necesaria que nunca.
En un país en el que el miedo es un enemigo tan potente como el virus, la transparencia en todos los niveles puede ser el paliativo para evitar conflictos y acusaciones. Finalmente, esa fue la mayor carencia en los incendios: Nunca se nos informó de forma transparente cuánta pérdida enfrentamos, ni cómo la podíamos parar.
Jhanisse Vaca Daza es activista de derechos humanos y noviolencia, cofundadora de Ríos de Pie.