Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 05 de abril de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Ante cualquier amenaza, ya sea real o aparente, el individuo no tiene problemas en sacrificar su libertad con tal de conseguir algo de protección, aunque ésta no sea más que un placebo o una trampa, pues al final de cuentas nadie se puede sentir a salvo cuando se han acabado con todas las garantías que sólo se puede gozar cuando somos libres, es decir, cuando somos capaces de poner a prueba todo nuestro potencial, destrezas e inteligencia y también para establecer los límites que nos exige un espacio social.
Se muestra a China como modelo de control del coronavirus, pero esa es apenas la percepción de los fanáticos del comunismo y del autoritarismo, porque cada día se va descubriendo todo lo que la dictadura ha ocultado sobre el manejo de la pandemia, en medio de la mayor censura jamás ejercida.
En cualquier caso, las medidas que cualquier régimen pueda aplicar para frenar el contagio no son más que paliativos, pues la verdadera solución está en manos de los científicos que están buscando la vacuna y el tratamiento, hecho que se producirá muy probablemente en el mundo libre y no en China, en Cuba, en Rusia o en Corea del Norte, donde nadie investiga, nadie divulga, nadie hace pruebas sin el consentimiento de los tiranos a cargo de la vida y el destino del pueblo.
El mayor riesgo que corremos ahora no es ni económico ni sanitario, sino político. El miedo se apodera de la gente, la incertidumbre lo domina y ese es precisamente el ambiente que aprovechan los enemigos de la libertad, los demagogos y autoritarios para ganar terreno y desandar lo avanzado en la conquista de la democracia, sistema imperfecto, pero el único que no renuncia a la utopía de la libertad del sujeto y que no la pone por debajo de una ideología o de un ente como el estado, cuyo valor es ensalzado por los que impulsan el populismo y otras formas autoritarias.
Nadie está en contra de que el Estado asuma hoy un rol protagónico en la lucha contra la epidemia, pero hay que mantenerlo a raya cuando intenta aprovechar la situación para incrementar su papel policiaco, cuando habla de nacionalizar, limitar las garantías individuales o aumentar el intervencionismo en la economía.
El socialismo y sus innumerables variantes, entre ellas un viejo conocido boliviano – el estatismo-, está de plácemes en estos días, pues confían en que sus métodos son los ideales para frenar la propagación del virus y especialmente para paliar las consecuencias económicas que traerá la prolongada cuarentena.
El socialismo y sus innumerables variantes, entre ellas un viejo conocido boliviano – el estatismo-, está de plácemes en estos días, pues confían en que sus métodos son los ideales para frenar la propagación del virus y especialmente para paliar las consecuencias económicas que traerá la prolongada cuarentena.