Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 31 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Es posible que desastres naturales como el incendio de los bosques de la Chiquitania o la pandemia del coronavirus que nos azota ahora, pudiesen ser anticipados, prevenidos, mitigados o mejor administrados. Para decirlo con seguridad habría que contar con toda la información y los medios con los que contaban y cuentan los responsables de esas medidas.
En el caso de la Chiquitania, se puede establecer una causalidad entre algunos decretos que favorecían la explotación maderera –contrarios al respeto a la Madre Tierra tan invocado por el MAS- y las condiciones que generaron los incendios. Los desaciertos en el manejo del incendio, todavía frescos en la memoria, ponen un alto grado de responsabilidad en la anterior gestión.
El desafío del coronavirus es distinto, pues se trata de una pandemia global originada en China y que ha llegado a Bolivia, como ha llegado a cientos de países por diversas vías de control prácticamente imposible cuando muy poco se sabía.
Es fácil decir hoy que el país podía haber tomado medidas preventivas para que ese contagio no llegase, o asumido medidas de contención de la propagación del virus antes de las tomadas. El que ningún país similar al nuestro, e incluso países desarrollados como España y Estados Unidos, hayan podido contener su propagación, da una idea de las dificultades de anticipación y ejecución involucradas.
Sin embargo, una vez que teníamos la enfermedad en casa, se inicia lo que apropiadamente se ha llamado una guerra contra el virus, y el principio universal que rige cuando un país está en guerra es la unión en torno a los responsables por el esfuerzo. Las críticas siempre se podrán hacer, ya que nadie ni nada es perfecto, pero se las hace después de alcanzada la paz.
Sin embargo, da la casualidad que el país está simultáneamente en guerra y en campaña electoral y no están faltando los candidatos que quieran recoger frutos electorales anticipándose a un fracaso. Políticos del MAS han incurrido en la irresponsabilidad delincuencial de diseminar información falsa que atenta contra el esfuerzo gubernamental y, lo que es peor, contra la salud y vidas de la población.
Más sorprendente aun es la actitud del candidato Carlos Mesa que apenas transcurridas dos semanas de iniciados los esfuerzos de contención de la pandemia, ha declarado que “la presidenta Jeanine Áñez deberá compartir la responsabilidad de lo que suceda con los 14 años desastrosos en corrupción y gestión de salud protagonizados por el expresidente Evo Morales”.
Poner en la misma categoría los errores de 14 años del MAS y los 14 días de gestión de la crisis del coronavirus es inaceptable; suena oportunista y poco empático con lo que verdaderamente necesita el país en estos momentos dramáticos e inciertos: unir esfuerzos para afrontar la pandemia.
Si, como estamos viendo claramente en estos días en que la enfermedad extiende sus garras en todo el país, nos enfrentamos a una situación de carencia y precariedad no es porque la actual gestión haya tomado malas decisiones, sino porque la pobreza de nuestro sistema de salud no resiste la mínima presión. Y no la resiste porque la salud ha sido descuidada a niveles escandalosos durante décadas. El MAS, que tuvo 14 años en el poder, nunca puso la salud como una prioridad ni en infraestructura, ni en equipamiento, ni en recursos humanos. Lo que estamos viendo, y lo que veremos en los días por venir, no es más que un reflejo de esa enorme deuda con el país que ahora nos está pasando la factura.
Por supuesto, que la actual gestión está cometiendo errores no menos preocupantes, como problemas de coordinación e información en el sistema de salud que provocan un sentimiento de vulnerabilidad y desprotección en los bolivianos; las carencias de material de trabajo en hospitales, la falta de medidas de bioseguridad y muchos otros que están latentes todos los días.
Pero, este es, o debería ser, un momento de acuerdo, de renuncias, de generosidad de los políticos y no es lo que se está viendo en los principales actores.
Los candidatos del MAS olvidan lo que hicieron o dejaron de hacer apenas unos meses atrás, y el candidato Carlos Mesa no prioriza su responsabilidad como boliviano en momentos de crisis nacional.
Son y serán por tiempo indefinido, momentos duros, que requieren lo mejor de todos los líderes políticos, desde la Presidenta hasta los demás aspirantes al poder. Ojalá lo entiendan pronto todos.