Medio: El Diario
Fecha de la publicación: lunes 30 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Se puede decir que con más regularidad en el lenguaje político se utiliza palabras abstractas que designan un sujeto eterno, perfecto, invariable, que contiene de por sí todo lo existente y lo crea. Como ejemplos se puede citar las palabras cambio, transición, democracia, progreso y otras.
En ese sentido, por ejemplo, la palabra cambio es una abstracción que no existe, pues no se sabe de qué cambio se trata, si es el cambio climático, cambio de velocidad del motor de un vehículo, cambio de condición social de una persona, de árbol y otros, que son designaciones que no existen. Pero si se dice cambio de gobierno autocrático, revolución democrática, cambio de régimen económico, cambio de Estado dictatorial a Estado de Derecho, cambio de estado social, árbol de durazno, etc., ya se trata de designaciones que existen y son verdades tangibles.
En años recientes el desgobierno de Evo Morales insistía en que estaba haciendo cambios, pero nunca se pudo saber qué clase de cambios eran, ya que no se indicaba si era a la izquierda, la derecha, adelante, atrás, hacia la democracia o el comunismo o bien hacia tiempos de las cavernas, etc., porque, como se ve, no existe el cambio abstracto. Así, se creaba confusión para engañar y mantenerse en el poder.
Últimamente, también se acude a otro concepto abstracto que es “transición”. Igual que en los anteriores casos, se trata de una transición abstracta, inexistente, no se sabe de dónde viene ni a dónde va, si es del presente al pasado, del populismo a la democracia, de derecha a izquierda. Sin embargo, el término abstracto transición puede volverse verdad tangible, o sea concreta, diciendo transición a la economía democrática, transición del libre comercio al proteccionismo, etc., de tal forma que se convierta en algo existente y no nebuloso.
La observación es oportuna en la etapa electoral presente, pues, en esa forma, generalizando las condiciones concretas de uno u otro fenómeno, se concluye que no existe la verdad abstracta y que, por ende, solo existe la verdad concreta, fórmula elemental para evitar la politiquería y practicar la política.