Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: jueves 26 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Desde la llegada del coronavirus a Bolivia, el país vive en una especie de caldo de cultivo en el que se mezclan la guerra sucia en el marco de la campaña electoral, la información falsa producida con intencionalidad política, los mitos entre los sectores populares y el silencio de algunos líderes partidarios que, en vez de pedir explícitamente a sus seguidores que se queden en su casa, hacen exigencias al gobierno que, en el fondo, justifican el incumplimiento de las medidas.
Todo esto, ha generado en algunos puntos concretos del país un ambiente de crispación social, que ha llevado a rechazar a los enfermos de Covid-19, luego a desacatar el decreto de cuarentena y finalmente a evitar que se instalen centros de confinamiento para recibir a los connacionales llegados del extranjero, particularmente de Chile.
Como decíamos en el editorial de ayer, el Gobierno ha hecho bien en declarar la cuarentena total y también hacen bien los líderes políticos que explícitamente apoyan la medida y que instan a la gente a permanecer en su domicilio para evitar la expansión del virus.
No se puede decir lo mismo de los candidatos del MAS, de su jefe de campaña, Evo Morales, ni de sus voceros e intelectuales más relevantes. Todos ellos se han limitado a hacer exigencias al Gobierno para que atienda a la gente que vive al día, pedido que es muy legítimo, pero que no representa la totalidad del problema.
El asunto central consiste en mantener a la gente en aislamiento para que el virus no se propague. Las demás demandas seguramente se irán atendiendo en la medida de las posibilidades del país.
Esas posibilidades, dicho sea de paso, se ven muy limitadas luego de 14 años de dilapidación de los recursos públicos que incluyeron la estrepitosa caída de las reservas internacionales.
Otra de las características de esta crisis es la circulación de información falsa, que está siendo sembrada en las redes sociales con la intencionalidad de que la gente no acate la cuarentena, que no se tome en serio el coronavirus o que rechace a los enfermos y a los recién llegados.
Por sólo citar algunas falsedades, está el caso de aquel post en el que se decía que una de las primeras contagiadas habría planeado llegar a Bolivia para morir en su tierra, o aquella que indica que el virus es una creación de la derecha, concretamente del gobierno de Jeanine Añez que estaría buscando un pretexto para prorrogarse. Absurdeces que lo único que hacen es instar al desacato de las medidas.
Hay que mencionar que esta información no sólo circula de manera anónima, sino que no falta la diputada que se luce avalando estas mentiras por voz propia.
Incluso, están circulando audios en aymara que desinforman sobre la pandemia, lo que habla de una actividad planificada y con intencionalidad electoral.
Por otro lado, están los mitos que hablan del poder de la coca, del chuño o de la raza aymara frente al virus, lo cual ayuda al caos y al desorden frente a la crisis sanitaria.
Todo este panorama configura un escenario que busca justificar el desacato de la cuarenta en algunos puntos concretos del país, llegando incluso a producirse situaciones de violencia en El Alto, Yapacaní y Oruro, donde apedrearon patrullas policiales.
Y, en contrapartida, hubo casos de militares y policías que, por hacer cumplir la norma, han incurrido en abusos, lo cual no es justificable desde ningún punto de vista. Tampoco es justificable y, por el contrario, es condenable el racismo que ha emergido en las redes sociales en contra de la gente que no acata la cuarentena.
La situación es, en extremo, delicada, por eso requiere que los líderes políticos, sociales, cívicos y ciudadanos se pongan a la altura de la crisis que nos toca enfrentar para hacer llamados a la calma, al cumplimiento de la norma y al cuidado de la vida.
La pandemia, en lo que toca a Bolivia, está empezando y, a juzgar por la experiencia de otros países, podría tener consecuencias catastróficas si todos no nos ponemos del mismo lado a luchar contra el virus.