Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: miércoles 25 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El virus nos encontró abocados con frenético afán a esa campaña, pero de pronto todo cambió. Los desocupados de la Asamblea Legislativa Plurinacional se quedaron con la lista de interpelaciones en la mano: con los crespos hechos, como quien dice; crespos de odio y de rencor de los socialistas fanáticos. Después, una mordaza invisible, (invisible como el fantasma del virus) les impuso el silencio. Están “callaros” nomás ahora, hasta nueva orden. No les queda otra.
Alguien ha definido a la política como el arte de lo posible o el arte de tragarse sapos, como le parecía al expresidente Guevara. Sea de ello lo que fuere, el hecho es que le sirvió al Tribunal Supremo Electoral de buen motivo para dejar en suspenso el calendario electoral, y con fecha abierta. Sí, mejor: que sea hasta las calendas. Primero es la salud, diga lo que diga el fugitivo de Chimoré. El tiempo va en su contra; más pronto que tarde borrará en la memoria colectiva la imagen mesiánica que tenía. Por eso está apurado.
Entre tanto, la pandemia luce imbatible. Hasta la republiqueta independiente del Chapare se inclinó ante la dramática evidencia. Al principio, los cocaleros al suponer que el virus provenía del imperio o de la derecha, se mostraron renuentes a acatar las disposiciones oficiales; ni la Policía podía ingresar a ese “territorio libre”. La arrogancia les hizo olvidar que los policías ejercen autoridad, representan a la ley; en cambio ellos hacen de sus decisiones la ley. Esa es la diferencia.
Entre tanto, ya hay algunas cosas relativamente buenas. Los del Gobierno de pronto se han visto fortalecidos; no hay quien les dispute las riendas del poder que está en sus manos. Hijos de la diosa fortuna, llegaron al Palacio Quemado empujados por el azar. Y lo concreto es lo que ya se tiene; el otro, el de mañana, es todavía incierto.
Está claro que nadie está para humoradas, pero alguien nos hace esta sarcástica ironía: La segunda guerra mundial finalizó con el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Hoy tenemos varios arsenales con esas bombas. Y el enemigo común es un microbio diminuto e invisible. Ninguna bomba sirve para aniquilarlo. Incluso las potencias cuentan con humildad sus enfermos y sus fallecidos.
Lo que sigue es un balance provisional de medio camino. El Gobierno, por lo que la emergencia le ha permitido afianzarse en el poder y arrinconar al virus político del Legislativo, igual que al “narco Estado del Chapare” (son palabras del Ministro de Defensa), sin disparar ni siquiera un gas lacrimógeno, debe de estar muy feliz. El fantasma aludido no sólo que es bueno; es buenísimo.