Medio: La Razón
Fecha de la publicación: martes 10 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Empezaré por el artículo de Curiel y Williams, en el que aseguran no haber encontrado “ninguna razón para sospechar de fraude” en las elecciones del 20 de octubre. La primera falsedad fue atribuir la autoría de ese documento de solo tres páginas a “investigadores del Laboratorio de Datos Electorales y Ciencias, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)”. Poco después, Richard Lester, rector asociado del MIT, aclaró que los autores trabajaron a título personal, de manera independiente al MIT, y que fueron contratados por el Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés).
La segunda falacia fue calificar esa publicación como una “investigación seria” que “anulaba” la auditoría electoral de la OEA (86 páginas, elaboradas por 36 especialistas multidisciplinarios de diferentes países). Sin entrar en más detalle, el codirector del CEPR, Mark Weisbrot, es un antiguo aliado de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro; y su analista político senior, Guillaume Long, fue ministro de varias carteras del gobierno de Rafael Correa.
Ese paper fue reproducido inmediatamente en medios internacionales sin el debido análisis. Y después de los desmentidos, no se realizó la aclaración correspondiente. Y toda la izquierda alineada al socialismo del siglo XXI aplaudió sus conclusiones para loor de Evo Morales, aunque en realidad los disparos apuntaban contra la reelección de Luis Almagro como secretario general de la OEA, meta imperativa bolivariana. Sobre Morales penden un juicio por el asesinato de Michael Dawyer y las precisiones de la ACNUR sobre las presuntas violaciones del refugio político.
Respecto al segundo punto, aunque hay mucho por opinar, me concentraré en la mediocre mezquindad de algunas candidaturas. Entre partidos y alianzas están habilitados ocho binomios, siete contrarios al MAS. Según la primera encuesta de intención de voto publicada luego de oficializadas las candidaturas (CiesMori, 16/02), solo tres tienen posibilidades para ir al balotaje: el MAS-IPSP, Juntos y Comunidad Ciudadana (los últimos dos con porcentajes estadísticos similares). La presencia de Creemos en la Asamblea se circunscribe solo a Santa Cruz (igualado con Juntos) y las posibilidades del resto son nulas. La segunda encuesta (Mercados y Muestras, 23/02) repite la terna posible.
En otras columnas y entrevistas he explicado, a partir del coeficiente D’Hondt aplicado en Bolivia, cómo la dispersión de votos por muchas candidaturas beneficia en mucho al MAS, que podría ganar en cinco departamentos; y reduce la representación del resto de los partidos. En el artículo La victoria del MAS y el rol de Tuto Quiroga (Página Siete, 15/10/2014), Raúl Peñaranda analiza cómo la candidatura de Quiroga perjudicó los resultados de la oposición en las elecciones de 2014; vale el análisis de Peñaranda para hoy.
Cerraré con dos requisitos que deberían ser plenamente cumplidos en las campañas electorales, mencionados por mi buen amigo Juan Cristóbal Soruco en el artículo Adversarios, no enemigos (Los Tiempos, 08/03/2020): “(…) no recurrir a la mentira como centro de las estrategias de campaña (no solo porque mentir es malo en sí, sino porque mentir presupone que la audiencia es tonta), y mantener un mínimo de respeto a los adversarios”.