Medio: El Día
Fecha de la publicación: martes 10 de marzo de 2020
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Asamblea Legislativa Plurinacional
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Hoy nos referiremos solo al proceso de interpelación a los miembros del Órgano Ejecutivo, una de las atribuciones constitucionales de la Asamblea. No vamos a hablar del triste rol de “levantamanos” que ejercieron, de la ausencia completa de fiscalización, de la falta de iniciativa, de la connivencia con la corrupción, la persecución y otros delitos graves y de la aprobación de numerosas leyes que destruyeron el tejido institucional y establecieron la inseguridad jurídica como norma.
Hablamos de la interpelación porque últimamente se han dado a la tarea de convocar a los ministros del gabinete para brindar explicaciones sobre asuntos que son plena responsabilidad del anterior gobierno. No nos referimos únicamente a los actos terroristas de Senkata, azuzados por Evo Morales y que las fuerzas de seguridad tuvieron que contener antes de que se produzca una catástrofe de grandes magnitudes. Hablamos de los incendios de la Chiquitania, de la corrupción en Entel y en BOA o del fraude cometido por el MAS, el 20 de octubre de 2019.
Aunque parezca mentira, todos esos son temas sobre los que deberán responder los ministros que han sido convocados al Congreso, seguramente para ser censurados, como ocurrió recientemente con el titular de la cartera de Defensa, a quien los parlamentarios le han pedido la renuncia.
En condiciones normales, en un contexto de racionalidad y cordura, claro que corresponde cumplir la Constitución. Eso debieron hacer precisamente los parlamentarios cuando en numerosas ocasiones interpelaron a los colaboradores de Evo Morales. Cuando había sobradas razones para pedirles cuentas y demandar de ellos respuestas coherentes, ocurrió todo lo contrario: el procedimiento fue usado como estrategia política en medio de actos grotescos donde los interpelados eran sacados en andas, luego de cumplir con vergonzosas pantomimas en los que abundaban los cuestionarios prefabricados.
A título de una falsa fiscalización, la Asamblea Legislativa convierte a al mecanismo de la interpelación en un juego electoralista, del que se aprovechan no solo los masistas. No se trata de salir en defensa de una u otra sigla, sino de cuidar y resguardar al máximo el proceso de transición, que debe transcurrir en un ambiente de estabilidad y tranquilidad, elementos que están en grave riesgo por la acción de los facinerosos que intentan boicotear las elecciones del 3 de mayo.
A título de una falsa fiscalización, la Asamblea Legislativa convierte a al mecanismo de la interpelación en un juego electoralista, del que se aprovechan no sólo los masistas. No se trata de salir en defensa de una u otra sigla, sino de cuidar y resguardar al máximo el proceso de transición, que debe transcurrir en un ambiente de estabilidad y tranquilidad, elementos que están en grave riesgo por la acción de los facinerosos que intentan boicotear las elecciones del 3 de mayo.