Se presenta difícil el camino que deben transitar estas plataformas ciudadanas, considerando la realidad anquilosada de los políticos que quieren asumir el liderazgo de la nación, todavía encorsetados en los intereses personales o de grupo, en las prácticas corruptas de la política boliviana, en la visión miope de lo que es Bolivia y de lo que quiere ser y lo que debiera ser, utilizando los filtros mentales que les viene de herencia de la política altoperuana desde el siglo XIX y que no quieren romper esas ataduras por un inexplicable cálculo político del primero yo, después yo y siempre yo.

La coyuntura actual nos obliga a referirnos a inexplicables posturas de los candidatos en vista de las elecciones de mayo: para uno de los candidatos (de Comunidad Ciudadana) su máxima aspiración política en las próximas elecciones es llegar a la segunda vuelta y procurar ganar en esta; o uno es demasiado exigente o demasiado tonto porque no puede haber explicación lógica y coherente de entrar a una competencia y aspirar a ser segundo para ver si después gana. Muestra una actitud mental de perdedor y la ciudadanía se pregunta si así es para pedir el voto, como va a actuar después, si por aquellas cosas del destino gana, cuando tenga que actuar como presidente. Esa es una candidatura obviamente de mentalidad perdedora.

Otra candidatura que legítimamente puede denominarse la del caballo del corregidor porque se encuentra ostentando el poder, nació de la mentira. La candidata a presidente asumió la más alta función de gobierno con dos metas definidas, pacificar y reordenar el país, después del descalabro neopopulista, y de convocar y administrar elecciones nacionales para reorganizar la conducción del Estado, pero, de repente al influjo de grupos de poder se volvió candidata a la presidencia, manteniendo las funciones de mandataria y después de haber declarado muchas veces que no iba a postularse. Si acaso, por esas veleidades de los dioses, fuese elegida presidente, qué seguridad tiene el pueblo que va a gobernar para todos y no solo para su grupo político y, lo que es preocupante, no va a mentir en sus acciones.

Así podríamos analizar, o desmenuzar seria más apropiado, a los otros candidatos, que, además, más de la mitad de ellos tienen perspectivas tan bajas, que hasta por amor propio lo razonable es retirarse.

Ante ese panorama real las plataformas ciudadanas no pueden tomar los colores de las tiendas políticas en lucha por la presidencia, esas plataformas ciudadanas con mayoría de gente joven, que después del 21-F tuvieron una destacada actuación en los 21 días de resistencia civil son actores como dice Rolando Tellería “de una verdadera revolución en el comportamiento de la clase política para gobernar con valores y honestidad, en beneficio de todos, sin discriminación alguna”. Que cada uno de sus miembros vote por quien tenga preferencia, es su derecho, pero como agrupación que busca el cambio deben mantenerse neutrales, porque así van a poder exigir después sus reivindicaciones sobre la educación, ética y crear una nueva forma de hacer política, si se adhieren públicamente a una tienda política ya están estrechando su campo de acción y hasta pueden quedar en mala posición.