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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: sábado 07 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Estamos viviendo la ficción del mundo al revés: el partido de Evo Morales reclama lauros que precisamente fueron la causa del descalabro económico, social, político y cultural que dejó como legado luego de 14 años de administración corrupta e ineficiente.
El candidato masista quiere aparecer ahora como un genio de las finanzas, y quizás lo era, pero en reversa: transformó la riqueza más grande acumulada por Bolivia en toda su historia republicana en una estrategia económica prebendal que no generó empleo (el 67% de la población boliviana es informal y “autoempleada”), contribuyó a destruir la industria nacional a quebrar empresas estatales mal concebidas y a malgastar en elefantes blancos que hoy se cubren de maleza.
Rey Midas al revés, Arce Catacora, que era un oscuro y mediocre funcionario durante los gobierno neoliberales, convirtió el oro en dolo, poniendo las arcas del Estado al servicio de los caprichos de un presidente megalómano y narcisista.
Ni en periodos de dictaduras militares se gobernó tanto por decreto, aún con mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa Plurinacional y en todos los poderes del Estado. Miles de contratos sin licitación pública favorecieron el enriquecimiento de empresas fantasma, que generalmente se creaban con la seguridad de que iban a obtener esos contratos, empresas que luego subcontrataban a otras porque no tenían capacidad de ejecutar obras.
Las empresas “accidentales” crecieron en número y desaparecieron cuando ya no obtenían contratos mediados por la corrupción.
Los sobreprecios y las coimas eran cosa “normal” en las obras contratadas por el Estado a empresas privadas, a las que no supervisaba. De ahí las carreteras, los puentes, escuelas, aeropuertos, edificios y conjuntos de vivienda social, y las megaobras mal concebidas, mal ejecutadas y mal localizadas, que hoy son monumentos a la ineficiencia y a la corrupción.
Una auditoría de las obras del gobierno del MAS, una por una, terminaría rápidamente con el discurso de supuestos éxitos. Bastaría tomar una docena de ejemplos emblemáticos para demostrar que los recursos de los bolivianos fueron malversados, como lo hemos denunciado en esta columna a lo largo de muchos años.
El asalto al Fondo Indígena, la corrupción en YPFB con Santos Ramírez y otros pillos, la compra de aviones y helicópteros, de autos de lujo blindados, los desfalcos en el Banco Unión, el caso Quiborax, las barcazas chinas, la minería ilegal, el contrabando de oro y de todo, el narcotráfico como negocio floreciente y el masivo lavado de dólares ilícitos en el “boom” de la construcción… todo lo anterior constituye la verdadera esencia del “milagro económico” que reclama el candidato del gobierno depredador de Evo Morales.
Depredador de la Madre Tierra al constituirse en campeón mundial de la deforestación per cápita, además de los ocho millones de hectáreas calcinadas en la Chiquitania, el gobierno engañó sobre todo en el exterior a quienes creyeron en el discurso del presidente supuestamente indígena que agitaba con falsedad la bandera de la Pachamama; mientras autorizaba por decreto la explotación y exploración minera y gasífera en parques nacionales y reservas indígenas.
Además de las obras grotescas, como el Palacio de Evo, detrás del antiguo Palacio Quemado, en la Plaza Murillo, del museo de Orinoca a la gloria del autócrata, está el malgasto del satélite Tupac Katari, cuya inversión jamás podrá ser recuperada durante su vida útil; la quiebra de Enatex, Papelbol, Quipus, San Buenaventura, Cartonbol y otras “empresas estatales” truchas que desde su nacimiento tenían el virus de la corrupción.
Es tan grande la dimensión de la corrupción durante el gobierno de Evo Morales, que el próximo gobierno que triunfe en las elecciones bolivianas deberá tomar como primera medida un acuerdo para constituir en Bolivia una misión especial de Naciones Unidas contra la corrupción, como se hizo en Guatemala con la Cicig, la Comisión Internacional contra la Impunidad de Guatemala. Con urgencia necesitamos una comisión similar en Bolivia.