Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 06 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Pese a que la campaña electoral es todavía débil y recién empieza, en los últimos días se han registrado actos de agresión verbal contra organizaciones políticas y candidatos. Así ocurrió por ejemplo en El Alto contra el candidato vicepresidencial de Creemos. Por otro lado, el binomio oficialista de Juntos tuvo que inaugurar su casa de campaña en esa urbe protegido por la fuerza pública, la cual sin duda tiene ocupaciones más importantes.
Las expresiones de intolerancia electoral tienen su correlato con la resistencia de los candidatos a debatir. A un foro organizado por la UMSA no fue ningún candidato presidencial, quizás por la falta de credibilidad del convocante. Y un reciente debate televisivo entre vicepresidenciales se convirtió en entrevista con el único candidato presente. Parece que el canal tampoco tiene convocatoria. Lo cierto es que no existen, hasta ahora, espacios plurales de discusión programática a ningún nivel.
Pero sin duda lo más reprochable son expresiones prematuras y antidemocráticas que anticipan un desconocimiento al resultado de los comicios de mayo si acaso no gana ningún candidato antimasista. Algo similar ocurrió en las fallidas elecciones de octubre: la oposición de entonces y sus operadores mediáticos, cabildos mediante, dejaron claro que no aceptarían una victoria electoral de Evo Morales. Contribuyó a ello la narrativa del fraude, abonada varios meses antes. ¿Se repite la historia?
En un programa radial, la exdiputada opositora Jimena Costa (electa por el partido de Samuel Doria Medina) aseguró que si el binomio Arce-Choquehuanca ganara en primera vuelta, como podría suceder según algunas encuestas de intención de voto, “es el pueblo boliviano el que no va a permitir que vuelva el MAS al Gobierno, no es el Tribunal Supremo (Electoral)”. O sea, si el voto mayoritario del pueblo elige, ¿la violencia minoritaria “del pueblo” desconocerá de facto ese resultado democrático? Vamos mal.
Más allá de que seguimos en una elección sin garantías, con persistente persecución política como señalan varios organismos internacionales, la democracia electoral carece de sentido si solo sirve cuando ganan los nuestros, en tanto que el triunfo del contrario es rechazado por “fraude”. Además de solicitar respeto en la campaña y varios debates entre candidatos, es imprescindible exigir un acuerdo público de todas las fuerzas políticas para el reconocimiento del resultado de la votación, sea cual sea.